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domingo, 15 de noviembre de 2015

Recetario Musical: Bigos y Grupa Stress:

¡Muy buenas tardes señoritas y señoritos! Vamos allá con una receta de las de puchero, de esas de las de tirarte toda una semana recolectando los ingredientes y de las de encerrarte en la cocina durante unas cuantas horas pensando en el disfrute gustativo que va a recibir toda tu familia y mejores amigos porque sí... Esta es una receta tradicional de las de toda la vida (de Polonia) y de las que cunde un huevo y parte de otro: ¡Bigos Myśliwski!


Lo primero que debemos hacer es coger lapicero y un par de folios pues allá que va la lista de productos necesarios para realizar este plato como Dios manda y recorrerse alguna que otra tienda de productos polacos o centroeuropeos: 

- 2Kg de kapusta kiszona (col fermentada o lo que aquí conocemos todos como chucrut).
- 1/2Kg de col fresca.
- 2 zanahorias.
- 1/2 raíz de apio y 2 raíces de perejil (últimamente las fruterías de barrio tienen de estas verduras).
- 1 cebolla grande.
- 50G o más al gusto de setas secas (boletus preferentemente).
- 200G de champiñones.
- 100G de carne de ternera (me encanta el morcillo).
- 200G de szynki (que es como el jamón cocido y la cinta de lomo).
- 200G de salchicha myśliwska o wiejska (si sois amantes de este producto descubriréis que las salchichas -o kiełbasa- polacas en su infinita variedad le dan mil vueltas a las alemanas).
- 200G de boczek o taco béicon ahumado (pillad del mejor, que se nota luego la diferencia).
- Una pieza de manteca de cerdo.
- 1 vaso de vino tinto.
- Concentrado de tomate.
- Ciruelas secas sin hueso.
- 3 hojas de laurel.
- 4 granos de pimienta negra, de pimienta de Jamaica y de enebro -jałowiec-.
- Mejorana seca.
- Preparado de bigos.
- Sal y azúcar.
- Opcional: panecillos grandes.


Elaboración: 

El día de antes tenemos que acordarnos y poner las setas deshidratadas en un cuenco a remojo. El agua lo reservaremos pues nos será útil a la hora de dar sabor al plato.

Al día siguiente lo primero que debemos hacer es una selección de música como banda sonora de nuestro trabajo en la cocina pues nos va a llevar unas cuantas horas. Tras ello, nos tenemos que poner con la verdura. En primer lugar escurrimos, picamos un poco más el chucrut y lo ponemos en el puchero con unos granos de pimienta negra y de Jamaica y las dos hojas de laurel. Todo esto lo ponemos a fuego suave y removemos de vez en cuando hasta que la col fermentada se vaya ablandando y cogiendo un color amarillento.

Continuamos con la verdura: limpiamos, pelamos y trabajamos la verdura (rallamos las raíces, cortamos en cuartos la zanahoria, y picamos finamente por un lado el medio kilo de col fresca y por otro el cebollón, que reservaremos para más tarde). Cocemos aparte las raíces, la zanahoria y la col hasta que estén blandas, escurrimos y añadimos al puchero con el chucrut.

Removemos de vez en cuando para integrar la col fermentada con el resto de las verduras y nos centramos en la carne, que la vamos a limpiar y preparar: las salchichas en láminas, el beicon en dados pequeños, el morcillo en dados medianos y el jamón en lascas. En una sartén amplia untamos de manteca y doramos primero el beicon, reservamos y con la grasa que suelta doramos el las salchichas. Si vemos que de grasa quedamos cortos ponemos más manteca y doramos el jamón-szynki. La carne de morcillo la hemos sazonado previamente con pimienta negra en polvo y también doramos. Después salteamos los champiñones laminados y la cebolla picada. Pochamos e integramos a la sartenada toda la carne que hemos reservado. Movemos para que se mezclen los sabores y vamos añadiendo las setas deshidratadas -el caldo de éstas deben ir al puchero junto con una copa de vino tinto-, un buen puñado o casi una bolsita entera de ciruelas secas, una pizca de sal y otra de azúcar, una hoja de laurel, dos cucharaditas de concentrado de tomate, el resto de pimientas y el enebro, un buen golpe de mejorana y dos cucharaditas de preparado de bigos.

Este conjunto de la sartén se debe remover y cocinar suavemente unos diz minutos o más hasta que adquiera color rojizo. Después, verter al puchero y seguir removiendo y uniendo todos los ingredientes y sabores.

Tras este movimiento el tiempo de cocinar el puchero depende del gusto. Lo preferible es estar atento al fuego suave una hora y pico o casi dos.

Después, a la hora de emplatar puedes servirlo directamente en el plato o rebanar un panecillo grande por arriba a modo de tapa, vaciar de miga y rellenar con el bigos. Es algo que queda más fino pero igualmente de rico.

~

Entiendo que así de primeras pueda resultar un tanto raro eso de mezclar ácidos y dulces, chucrut con ciruelas, y esa variedad de carnes ahumadas y tal pero de verdad, merece muy mucho la pena ponerse a ello. Si os atrevéis, os aconsejo que hagáis la receta a pequeña escala y proporción de ingredientes para que lo pruebes tú y tu pareja o ser más cercano y luego, cuando ya constatéis que es una maravilla, hacerlo a escala masiva para toda la familia y vecindario.

Otra cosa, en un tupper aguanta congelado un mogollón de tiempo y eso siempre viene bien.


Lo cierto es que este tipo de platazos se hacen acompañar muy bien de una buena cerveza polaca (Żubr o Tyskie si os gustan las cerves suaves, las 
Redd´s frutales para mi esposa o las mocne o fuertes como las Dębowe o Karpackie para los más atrevidos) y buena música nacional como esta bandaza de los 70 llamada Grupa Stress:

sábado, 12 de septiembre de 2015

Recetario Musical: Bocata de Gallinejas y Burning.

Hoy no me voy a extender más de lo debido. Y no es porque no quiera o pueda. Es porque no es necesario. Vamos allá con una pseudo-receta musical que tuvo lugar hace ya un par de semanas durante las ferias de Alcalá de Henares: el Bocata de Gallinejas.


Para "realizar" esta receta no necesitas lapicero o papel para apuntar. Tampoco debes preocuparte por abastecerte con una lista interminable de ingredientes. Ni tan siquiera hay lugar para la dichosa Thermomix. Lo único que debes hacer es quitarte la perecita de encima, adecentarte como está mandado y prepararte a conciencia para el bombardeo de estímulos sensoriales que vas a recibir porque… ¡Tendrás que dirigirte a las fiestas de tu pueblo!

Tras llegar al recinto ferial deberás zigzaguear unas cuantas patatas rellenas despachurradas de la noche anterior, sortear cientos de tenderetes de abalorios hippies, esquivar con acierto los tapones de corcho que rebotan de las escopetillas y pasar de largo una masa ingente de personas que van y vienen como endemoniadas. Parece fácil, pero no lo es en absoluto. Créanme.

Seguidamente, es muy importante (y cuando digo muy es que es muy) no perder tiempo a la hora de seleccionar la terraza en la que vas a tomar tu merecido bocata. Más que nada para no torturar al pobre de tu estómago, que lleva un año esperando este momento. Lo más sencillo, natural y normal es ir a la terraza de toda la vida: aquella a la que vuestro padre (porque un buen padre es de bocata de gallinejas y entresijos) os ha llevado a toda la familia año tras año sin falta alguna. La tradición es la tradición. Y a veces es hasta deliciosa. Pero también puedes innovar un poco y permitirte, por tu cuenta y riesgo, el probar en freidoras ajenas… Allá tú.

Pues bien, si crees que tras localizar tu sitio de esparcimiento gastronómico está todo hecho te equivocas. Porque ahora ha llegado el momento de dar el do de pecho, el demostrar que eres un hombre y no un mindundi o chisgarabís cualquiera... Ha llegado el momento de plantarse ante la caja a pecho descubierto como si de un joven novillero tomando la alternativa en Las Ventas o de Blas de Lezo en Cartagena de Indias se tratara, mirada en alto, sin amilanarse ante la monstruosidad que han puesto para atender al personal. Una bestia parda de unos ciento cincuenta kilos en canal que, mondadientes en boca, te atiende como perdonándote la vida, con una mirada entre sanguinolenta y turbia... No se lo tengas en cuenta. Forma parte del encanto. Sólo visualiza tu meta.


Bien. Has salido indemne. Tienes el resguardo. Te tiemblan un poco las piernas, pero da gracias que no te has hecho poposito encima. Está hecho. Se lo muestras al camarero, que es mucho más simpático que el cajero ¡dónde va a parar! pero antes de entregárselo debes formular el conjuro mágico: "Que sea fritito y con un toque más de sal, por favor". Siempre con un por favor detrás, que por muy conjuro mágico que sea, la educación que nos ha dado la familia debe hacerse notar ¿De acuerdo? Así no falla. Ante semejante conjunción de elementos, lo único que puede llegar a tu mesa es el más soberbio, absoluto y majestuoso y castizo bocadillo de gallinejas o entresijos… Y eso es así, de aquí a Lima.

Para mojar el gaznate y como maridaje perfecto lo más adecuado es una buena lata de cerve. No es necesario que os recuerde que la Mahou manda por estos lares pero si os ofrecen Estrella Galicia, Ámbar, Alhambra o la que sea propia a de vuestras tierras, nos parece perfectísimamente perfecto. 

Le das el primer bocado… Ese sabor... Vuelas a tu niñez.

Mientras disfrutas del momento te rodea un sonido mezcla de tiovivos, lamierdadelregguaetón, niños gritando extasiados montando en los toros locos, las campanillas de los punching balls, la sirena de una ambulancia que se lleva a uno que ha empinado demasiado el codo, la charla del de la tómbola con su secretaria,… Es decir, el encantador barullo de las ferias. Una mezcolanza de ruidos que en tu cabeza queda amortiguada, como en un segundo plano, pues en lo más profundo de tu mente sólo puede haber espacio para una cosita. Una canción. Ésta: 

viernes, 24 de julio de 2015

Recetario Musical: Sushi de gominolas y Pizzicato Five:

La recetita que os traemos a continuación es de una riqueza de matices, de una idea de lo global, de una multiculturalidad y también de una tontería y una sencillez tal, que será muy difícil que os podáis resistir a hacerla en casa para quedar como unos campeones de la gastronomía audaz, dulce y simpaticona.

Mi consejo es que queda perfecta como sobremesa después de unas cuantas tandas de sushi, maki, nigiri y de todas esas variedades procedentes de Japón que tan en boga están y tan ricas saben al hincarles el diente. Porque eso es así, está que te mueres el invento.

En otra ocasión haremos un recetario musical del sushi de verdad (el de arroz avinagrado, algas, salmón marinado y verduras al gusto), pero hoy vamos a empezar al revés, por el tejado de la casa y le damos el turno de inicio al pequeño detalle, a la nota graciosa de la velada, a la chorraína… El sushi de gominolas:


  • Ingredientes: Gominolas a tutiplén: Nubes blancas o rosas para simular la base de arroz.   Tiburones de colores, ballenas, momias y demás para poner en lo alto de las ya mencionadas nubes. Cintas verdes de picapica para suplantar al alga nori que envuelve el maki sushi y la tira que engancha el nigiri sushi. Fresas, moras, corazones de melocotón y lo que os salga del papo para poner encima y dar variedad al conjunto. Regaliz de fresa y nata para hacer el interior del maki sushi… Como podéis observar, la gracia está en intentar aproximarse lo máximo posible a la imagen del plato real, crear un trampantojo gastronómico y, en la medida de lo posible, currárselo un poquito, aunque me gustaría que quedara claro que la libertad siempre estará por delante en este tipo de movidas.

  • Elaboración: No hay mucho misterio. Simplemente hay que montar los nigiri (los de los tiburones y las otras chuches) lo más cerca de la realidad, es decir, montando la gominola sobre la nube y luego rodearla o no con la cinta verde. Y los maki sushi pues de la misma manera, introduciendo el regaliz en el interior de la nube y luego rodearla con la cinta y pincharlo con la puntita de un palillo que previamente hemos preparado y cortado. Ojo  esto quiere decir que si vamos a preparar este platito para nuestros primos, hijos o sobrinos tenemos que estar al tanto y pasar de poner estos palillos, ya que estoy seguro que no queremos para nada salir en las páginas de sucesos de nuestro periódico local ¿Verdad?

Y eso es todo, unos cuantos minutos de preparación montando, pinchando, emplatando y tal para ver cómo en menos de un nanosegundos desaparece todo rastro de chucherías del plato... ¡Pero qué satisfacción al escuchar ese ohhh de sorpresa de los comensales! ¡Ver sus caras mientras dan esos bocados enormes! ¡Eso es que no tiene precio! Como no tienen precio los jubilosos y pastelosos ritmos Acid-Jazz de los tokiotas Pizzicato Five:

domingo, 25 de enero de 2015

Una de esas joyitas: 'Caribe Atómico' de Aterciopelados.

Sonidos espumosos y nacarados, composiciones perfectas para ser escuchadas mientras viajas en una atestada guagua, beats de cálida factura, el eco de una fiesta al otro lado de la calle, la fresca sombra del palmeral, dejes tradicionales y mentes abiertas, esa emoción como de bolero sentido y doliente, una completa y compleja iconografía del folclore hispanoamericano…


 Todo eso y mucho más es lo que nos podemos encontrar en el ‘Caribe Atómico’ ideado por Aterciopelados.

lunes, 19 de enero de 2015

Recetario Musical: Pennoni Affumicato (o algo similar) y Fred Hammond.

Hoy, queridas amigas y queridos amigos, vamos a ponernos serios de una vez por todas. Sin zarandajas. Vamos a regalarnos tiempo, a querernos un poco más de lo habitual y a ponernos nuestras mejores galas. 

Y es que lo que nos espera a continuación es el culmen de un acto ritual culinario-espiritual: empleando nuestra imaginación y los fogones, daremos el gran salto definitivo de la edad infantil a la edad adulta, creeremos en nosotros y sin miedo tiraremos por el por el retrete aquellos tristes e insípidos macarrones con tomate que nos zampábamos día sí y día también en la época de la universidad, porque como decía el bueno de Míchel... ¡Nos lo merecemos! 

¡Vamos allá sin miedo con este plato de Pennoni Affumicato!

  • Ingredientes: 
300g de pennoni (una especie de macarronazos ennnnnormes).
300g de bacon.
200g de champiñones (si ya tienes unos hongos italianinis que se llaman Porcini, lo bordas).
1 calabacín pequeño.
Queso Mozzarella.
Queso Grana Padano, Parmesano o el que quieras para gratinar.
Queso ahumado (pues como antes, si encuentras Scamorza o Provolone Affumicata, bravo por ti).
1 vasito de nata líquida de cocinar.
1 cebolleta dulce.
Aceite, sal, laurel y pimienta negra.

  • Elaboración: 
Ponemos a hervir agua en una olla grande con sal y unas hojitas de laurel. Cuando rompa, introducimos despacito los pennonis (sin bromas, que nos conocemos) y los dejamos el tiempo que indica el fabricante para que se pongan al dente, pues lo que pretendemos es que la pasta esté comestible pero lo suficientemente dura como para poder manipularla y rellenarla después.

Mientras se cuece la pasta podemos ir cortando en dados chicos el calabacín, los champis y el bacon. Tras comprobar que seguimos con los dedos intactos, pasamos a pochar en la misma sartén primero toda este verde y segundo a sofreir el bacon o al revés, que tampoco nos vamos a poner en plan totalitario.

Retiramos la pasta y el verde-bacon para dejar enfriar y en otra sartén caramelizamos la cebolleta picada finamente. Cuando esté a punto, añadimos la nata líquida, removemos para unir los sabores y que pille temperatura para finalmente salpimentar nuestra salsa.

Ahora queda la parte más tediosa para algunos pero en mi caso es la más entretenida y bonita: la parte en la que, pensando en tus queridos comensales (tu hermosa prometida, la familia y los amigos), empiezas a rellenar con escrupuloso mimo y dedicación todos y cada uno de los pennonis con la mezcla de calabacín-champi-bacon y los vas colocando en orden sobre la bandeja del horno previamente forrada de papel de horno o papel aluminio para no engorrinar mucho y tener luego que limpiar de más.

Dispuestos los pennonis sobre la placa, no queda otra que proceder a bañarlos con la salsita, colocarles encima unas lonchitas del queso ahumado que os plazca, después la mozzarella y el parmesano. Introducimos en el horno precalentado y colocamos en la parte alta para conseguir derretir los quesos y crear esa capita crujiente de gratinado tan rica.

Y ya está. Si quieres picar más bacon, cambiar algún ingrediente o emplear bechamel en la receta es cosa tuya... La mía va a ser hincar el diente a esta delicia mientras bebemos Sangue Di Giuda y suena por ejemplo esta maravilla bizcochable:

martes, 9 de diciembre de 2014

Recetario Musical: Ñoquis de remolacha con salsa de 6 quesos y Dean Martin:

A estas horas se me está abriendo el apetito cosa mala pero no podemos catar nada porque resulta que estamos a plan y el picotear no lleva a nada bueno. Por ello, coincidiendo con estas fechas tan entrañables de la Navidad y tal, vamos a iniciar una nueva aventura gastro-sonora que nos ayude a hacer un poquito más llevaderos los rugidos estomacales hasta que llegue la bendita hora de la comida... ¡Vamos allá con una colorida, entretenida (de esas que dice Karlos Arguiñano que vienen muy bien para que los niños vayan adentrándose en el mundo de la cocina) y rica receta que se llama ñoquis de remolacha con salsa de 6 quesos!

Como la noche aquella que los hicimos no nos dio por echar una foto al plato, aquí os pongo 
una perteneciente a la web Gastronomía Y Cía de la que tomé prestada la receta.


  • Ingredientes (para 4-6 personas):

400g de remolacha cocida.
200g de copos de patata (o puré de patata natural si quieres ir de superguay).
100g de harina (aunque puedes necesitar más).
1 cucharadita de sal.
1 pizca de nuez moscada.
1 pizca de pimienta negra.
1 huevo.
1 brick de nata para cocinar.
1 paquete de quesos rallados de cualquier tipo.


  • Elaboración:
Nos lavamos las manos a conciencia porque no somos unos guarretes, troceamos y trituramos sin contemplaciones con una batidora la remolacha y la llevamos a un cuenco de amasar. Vertemos el batido e incorporamos los copos de patata o el puré. Salpimentamos y añadimos la nuez moscada. Mezclamos muy muy muy bien (y cuando digo que hay que mezclar muy muy muy bien quiero decir que hay que mezclar muy muy muy bien) hasta que los copos de patata se hayan rehidratado lo suficiente como para perder su característico color blanquecino y hacerse uno con la remolacha. Dejamos reposar 10 minutos para asegurar la rehidratación y después añadimos el huevo batido y la harina tamizada a poquitos para no crear pegotes. Volvemos a mezclar muy muy muy bien (no creo que sea necesario que tenga que repetir la razón) hasta crear una masa unida y maleable, que se rompa fácilmente, pero que no se pegue a las manos. El punto exacto será cuando al presionar la masa con la yema de un dedo levemente, esta vuelva a su ser de inmediato. Si véis que la masa es inconsistente, habrá que corregir y seguir añadiendo más patata hasta que adquiera cuerpo. Entonces llegará el momento de espolvorear harina sobre la encimera y el momento en que vuestra madre os suelte eso de "¡pues ya sabes quién lo va a limpiar luego!". Con la masa en la encimera, habrá que amasarla y rodarla hasta hacer unos cilindros o churrillos de un 1´5cm de grosor aproximadamente. Los cortamos en porciones de unos 2cm y damos forma presionándolos con un tenedor. 

Estos ñoquis pueden conservarse un par de días espolvoreados con harina y bien tapados en el frigo, pero lo más aconsejable es poner a hervir una olla con agua, una pìzca de sal y laurel. Cuando el agua rompa a hervir se añaden las piezas de ñoquis, que caerán al fondo de la olla. En un par de minutos, no más, estos ñoquis se habrán hecho e irán subiendo. Los vamos retirando, colando y poniendo en el plato, que serviremos con su correspondiente salsa. En nuestro caso, hemos elegido la salsa de 6 quesos. ¿Por qué? Pues porque la de 4 quesos nos parece que está muy trillada, porque somos muy chulos y porque teníamos más restos de quesos en casa. Punto. Para prepararla, ponemos a cocer a fuego suave un brick de nata de cocinar, salpimentamos y añadimos un surtido variado de quesos: suave, curado, ahumado, mozarella, azul y parmesano, que hemos de remover con paciencia para que se logren fundir todos y cada uno de ellos.Tras esta ardua tarea, ya no nos queda más que echárselo por encima a los ñoquis y disfrutar de lo lindo mientras descorchamos una botella de vino o abrimos una buena cerve y suenan de fondo los villancicos del siempre elegante y carismático Dean Martin.

jueves, 23 de octubre de 2014

Recetario musical: Coulant de chocolate y Betty Davis:

Esta recetita es de esas que haces por primera vez pensando en lo delicada que es, que va a ser un lío, un agobio, que se te va a quemar, que los gabachos sólo saben hacer movidas para complicarle a un españolito de pro como servidor la existencia y... la verdad es que, querido lector, tienes toda la razón del mundo: una vez se te quemará y otra sufrirás viendo cómo se desmorona tu negra y dulce obra, pero no se dejen engañar. Esta serie de catastróficas desdichas no serán ningún obstáculo para ti, porque en cuanto la hagas por primera vez ya no podrás parar nunca jamás y encontrarás motivos y excusas por todas partes para poder meterte en la cocina y darle caña a esta chuminá.




  • Ingredientes: Para unas cuatro personas golosonas:
200 Gramos de chocolate de repostería
100 Gramos de mantequilla.
3 Huevos.
1 Cucharada grande de harina.
80 Gramos de azúcar, por si quedaba la duda
Nueces.
Azúcar glas.
Moldes de silicona buenos y baratos.

  • Elaboración:
Antes de todo nos ponemos a precalentar el horno a unos respetables 150-200ºC.
Fundimos la mantequilla y los 150 gramos de chocolate (al micro o al baño María, como más rabia os dé, que no tengo prejuicios).
Montamos los huevos con el azúcar hasta que en el cuenco toda la mezcla triplique su tamaño anterior, más o menos, y agregamos la harina tamizada para que no haga grumos y sepa a asco.
Poco a poco, vamos vertiendo los huevos montados al chocolate, evitando que con el calor se nos pueda cuajar. Mezclamos, que no se me olvide decirlo, de abajo a arriba con cuidado para no romper el volumen creado.
Metemos un poquito los dedos en el cuenco y rebañamos sin que los comensales se den cuenta... ¡Que para eso nos lo estamos currando!
Untamos los moldes con un poco de mantequilla y harina. Con una cuchara o manga pastelera vamos rellenando los moldes hasta un tercio de su capacidad. Incorporamos unas onzas del resto que queda del chocolate de repostería en el interior y seguimos rellenando. Tras estas maniobras, colocamos una nuez en todo lo alto.

El resultado de todo esto que os he contado puede guardarse en el congelador y hornearse días después directamente sin problemas. Las temperaturas indicadas en la mayoría de los sitios nos indican 150-200ºC durante 10-12 minutos, pero yo os aconsejo que estéis al loro del horno y cuando se empiece a cuajar, solidificar el exterior y empieza a oler a esa mezcla de chocolate y bizcocho es cuando se puede sacar.

Desmoldamos con cuidado, espolvoreamos con azúcar glas y si ya lo que queremos es perder el mismo sentido, una bola de helado a la vera del coulant es lo mejor de lo mejor.

Ya finalmente nos queda agarrar una cuchara y partir en dos esta pequeña delicia para ver cómo el chocolate, líquido y humeante va saliendo a poquitos de su interior a ritmo de Betty Davis: