Que si
los Fleshtones tal, que si los Fleshtones cual y que si los Fleshtones
Pascual...
Semanas y
semanas viendo por todos lados buenas referencias de este veterano grupo
neoyorquino que, la verdad sea dicha, cuando me puse a informarme sobre ellos y
les di la primera escucha no me convencieron del todo. Su sonido de estudio no
me atrapó entonces de la misma manera que sí lo hicieron tantas y tantas bandas
que han pasado por la Sala Ego-Live. ¿Nombres? Ciento y la madre: The Zeros,
Subsonics, The Swingin´ Neckbreakers... Y podría tirarme así hasta el día del
juicio final, amigos.
Pero como a este mundo se ha venido para no parar de aprender -en esta sala lo estoy
haciendo día sí y día también- y rectificar es de sabios, ahora debo decir que
tras el cuidado y trabajado espectáculo que se montaron 'los The
Fleshtones' el jueves pasado, su música debería aparecer como modelo perfecto
de lo que era, es y debería ser el Rock and Roll de toda la vida...
Como no
controlo mucho a la banda haré lo típico, que es empezar diciendo quiénes
fueron los cuatro responsables de que el público que abarrotó la sala pasara
una noche de jueves -o ‘juernes’ como se suele decir ahora- prácticamente
perfecta: a la voz principal, teclados, maracas y palmas estaba el espigado e
inquieto Peter Zaremba; el flequilludo Keith Streng -que tiene un cierto parecido con este actor- a los guitarrazos y a esa otra desgarradora voz
principal; Ken Fox al preciso bajo eléctrico y acompañamiento vocal; y
finalmente pero no por ello menos importante, el hombre más clásico y ‘old
school’ de la noche, Bill Milhizer a la batería.
La
música, como delicia para los sentidos que es al igual que la gastronomía, es
algo que en directo entra pero que bastante por los ojos... Y ciertamente, en
este apartado The Fleshtones ya tenían muchísimo terreno ganado porque esos
botines brillantes de purpurina morada, esa camisa azul tan 'guayona' y ese
estilo tan puramente americano eran espectaculares. Vamos, casi igual que otros, que se suben
al escenario con la misma ropa con la que bajan todas las mañanas a comprar el
pan… Busquemos el fondo, pero también la estética... ¡Cuidemos un poquito más esto del Rock and Roll!
La noche
empezó un tanto difusa ya que justo al empezar el recital de Zaremba y el resto de la tropa, servidor recibió un bonito mensaje que hizo que estuviera como unas
cuatro canciones aproximadamente un tanto fuera de sí... Como pasmado... Porque sí, somos humanos y
tenemos esas cosas. Pero luego poco a poco fui concentrándome, retomando el
pulso a la noche y al concierto para darme cuenta que estábamos en medio de un
'fregao' bien bueno, con canciones como "Pretty Pretty Pretty" -perteneciente
al disco 'Beachhead' de 2006- o como creo recordar e intuir "Laugh It
Off" -incluida en 'More Than Skin Deep' de 1997- y "Way Up
There" -en 'Fleshtones VS Reality’ de 1987-…
El resto
del concierto fue a más. Siempre a más, como bien nos comentó Alfonso Sirera en
un momento dado que nos cruzamos con él. No falló en su predicción. Y eso que
ganamos todos.
Peter
Zaremba no paraba de hacer aspavientos, molinetes 'sixties' con las manos, marcianadas, gestos
de complicidad con la gente que tenía enfrente, movimientos raros y bailes arrítmicos
e infantiloides a lo Jonathan Richman que evidentemente acabaron por
conquistarnos… Más aún cuando sacó de paseo sus maracas -que personalmente creo que
es uno de los instrumentos más molones de la historia- y daba palmas con ese
estilazo clasicón que tristemente ya no se ve tan a menudo sobre las tablas…
Bill Milhizer dio un auténtico recital de
batería. Un ejemplo de economía musical y física, porque no exageró ni un solo
gesto de más a la hora de tocar su instrumento. Parecía no moverse, que no
hacía nada, que no golpeaba con fuerza… ¡Pero vaya que si sonaba!
Tan sorprendente
como el bronceado de Ken Fox fue apreciar la comunión que existía entre cada músico.
Se nota eso de que llevan unos poquitos años encima del escenario y que se
trabajan el negocio. Juntos, todos los Fleshtones se tiraban por el suelo
gozándolo como perros, girando en infinitas vueltas que el público tenía que
imitar, subiéndose a la batería -si yo fuera baterista no me haría ni puñetera
gracia, pero bueno, allá cada uno-, metiéndose con los instrumentos entre el
gentío, permitiendo cantar a los seguidores más tenaces y entusiastas, dejándose
llevar en alzas por el respetable cual matador de toros en Las Ventas saliendo
por la puerta grande, e incluso formando ya la final del concierto una pirámide
entre ellos en plan ‘cheerleaders’… Glorioso todo.
Sonó la
última nota, recogimos los bártulos y nos fuimos a casita con la sensación de
haber presenciado uno de los mejores conciertos del año… Y eso que acabamos de
empezar, señores. ¡La cosa pinta bien para nuestros/vuestros oídos!
Y ahora,
la foto de rigor con el 'set-list' que tuvimos el placer de disfrutar aquella noche:
Pues con la crónica de este pedazo de concierto abrimos el 2013... Ojalá siga así todo de bien, porque no ha podido empezar mejor, la verdad que sí.