sábado, 30 de abril de 2016

De tres en tres: 'Never Mind The Bollocks' + 'Rattus Norvegicus' + 'London Calling'.

De vez en cuando de mi cabeza salen líneas y flechas que unen unos discos con otros. Como unas especies de conexiones más o menos invisibles. Pueden pertenecer al mismo estilo o no, ser de la misma época o no... Es decir, que uno puede ser de su madre y otro de su padre, pero que tienen un yoquéséquequéséyo entre ellos que al escucharlos así como de seguido resulta que se complementan, enriquecen y potencian.

Este primer caso que os traigo es un maravilloso tríptico cuya línea, tema o idea principal es, ni más ni menos, que 'la actitud Punk'. Y más concretamente, británica. No es baladí ese detalle. Con ese componente sociopolítico tan rico que les proporcionó el thatcherismo (si nos pusiéramos a hablar de ese período político necesitaríamos unas cuantas entradas más), la mecha musical era de las de arder rápido rápido y la explosión de bandas subversivas y respondonas no se iba a hacer esperar. De ahí la actitud como sinónimo de espíritu, energía y autenticidad. Una cualidad que se encuentra en horas bajas en nuestra industria musical actual. No hay más que echar un vistazo a la lista de superventas para darse cuenta que los héroes escasean en las estanterías de las tiendas de discos... Una pena.

Para que nadie se llame a engaño repito que no todos estos discos se grabaron en el mismo año y que no todos suenan igual, pues si los menganitos apenas sabían tocar un par de acordes representando la autenticidad y los fulanitos empleaban teclados de herencia 60-70 (¡menudo arcaísmo!) acercándose más tarde al prefijo Post y a la New Wave, los zutanitos pasaban de todo sobrevolando diversos estilos con una personalidad única y un talento arrollador. 

¿A ver qué os parece este triunvirato de genio Punk?


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jueves, 28 de abril de 2016

Hikari:

Tintas varias y aguadas.

miércoles, 27 de abril de 2016

Mt. Fuji:

Tintas varias y aguada sobre papel.

lunes, 25 de abril de 2016

Peores Portadas: Especial Death Metal y otras cosas feas.

Vaya por delante mi aviso de que las siguientes portadas pueden herir la sensibilidad del lector. ¡Ea!


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Este especial me ha cogido verdaderamente desprevenido. No me lo esperaba. No he podido ocultar mi pasmo, mi desconcierto y no puedo evitar transmitíroslo. Os cuento. Hoy, tras salir de clase de inglés he decidido dar un paseo por el centro de Alcalá antes de ir a casita y he acudido a mi tienda habitual de discos de segunda mano a ver si me encontraba con alguna buena nueva que llevarme a los oídos y cual ha sido mi sorpresa al encontrarme las estanterías absolutamente (ab-so-lu-ta-men-te) plagadas de discos de Death Metal... Ni qué decir que me he asustado unas cuantas veces al pasar de disco en disco y ver en las portadas auténticas monstruosidades... Barbaridades.

Lo normal en estos especiales 'Peores Portadas' es que la nota dominante sea la fealdad, pero siempre en el sentido más lúdico y jocoso de la palabra, claro está. El problema en este caso es que al parecer a las bandas de este movimiento musical les encanta lo feo pero visto desde el sentido más enfermizo de la palabra. No controlo mucho del movimiento, pero se aprecia cierta querencia a lo oscuro y negativo. Querencia que se manifiesta en portadas donde lo frío, grotesco, insano, morboso, putrefacto y vomitivo campa a sus anchas... Chungo. Allá ellos. Personalmente es algo que no entiendo pues disfruto alabando el brillo y el calor de la limpia luz. Distintas ópticas.

Os prometo que he intentado aproximarme al sonido de estas bandas pero no he podido. No he podido. Mira que me gusta el Metal y el ruido más absoluto (¡Ay Luigi Russolo si levantaras cabeza!) pero es que esta peña transmite una negatividad chunguísima que me puede y que, sinceramente,  paso de sufrir. Así de claro. Para que os hagáis una idea del mundo interior tan raruno que debe tener esta gente, los aquí presentes se llaman Rezume y son de Denpasar, Bali... ¡De Bali! ¡Viene de uno de los Paraísos Terrenales y hacen este tipo de música!. Alucino pepinillos.  Lo que hace estos pavos podría resumirlo en el concepto: gritossalvajesyfuriaquemeponedelosnervios.

Engorgement son de Reino Unido y sus portadas siguen los cánones de este 'original' movimiento: mogollón de mujeres amputadas, descuartizadas, torturadas y demás barbaridades terminadas en -adas... Y la música es como un batiburrillo de Metal acelerado sin clemencia y u vocalista que no es que esté cantando con una voz gutural no, es que está como tirándose eructos ininteligibles ad infinitum. No entiendo este ensalzamiento de la violencia. Esta será la primera y la última vez que hablo de este sentido musical-estético-filosófico de la vida.

Lord Gore. Más de lo mismo.


Los portugueses Holocausto Canibal. Más de lo mismo, aunque suenan un poquito mejor que los anteriores.


Splatter Whore. La voz es el cruce perfecto entre un puñetero chihuahua rabioso, Phil Anselmo pasado de orujo y las gárgaras de un viejo a la salida de una tasca de echarse unos musecitos. La música es Heavy Metal anfetamínico y churrigueresco. ¡Ah, y dantesco!


Lust Of Decay. Una mierda pinchada en un palo. Y que conste que no les estoy dando ideas para su próxima portada.





Mi veredicto final sobre el hecho que la tienda de discos se haya visto atacada por esta horda de discos no es otro que el siguiente: Me apuesto lo que sea a que un chaval postmoderno, abúlico y mohíno  en la edad del pavo tardía (de esos que rozan la sociopatía) ha tenido la tremenda fortuna de echarse novia y no le ha quedado otra que deshacerse de toda esta infame morralla. Por la cuenta que le trae. 

Y si no es así, debería serlo.

miércoles, 20 de abril de 2016

El arte de... ROGER GLOVER:

Roger Glover es el hombre del sombrero cowboy antes y el hombre del pañuelo pirata después, el de la paciencia infinita con los berrinches de Blackmore y Gillan, el del bajo eléctrico más sobrio del mundo del Hard-Rock 70's... Y un artista como la copa de un pino. Si no me creéis, aquí tenéis una selección personal de su sorprendente obra gráfica:


'London Street' - 1964 - Lapicero.


'Melting Diversion' - 1985 - Óleo.


'Lilac Position' - 1985 - Óleo.


'Vanishing Figure' - 1998 - Acuarela.


'Gathering Dark' - 1998 - Óleo.


'Self Portrait' - 1999 - Tinta.


'Inconsequential Detail' - 2000 - Óleo.


'Linkage' - 2000 - Óleo.


'Bass Solos' - 2002 - Óleo.


'Nightlife' - 2004 - Acuarela.

lunes, 18 de abril de 2016

Capítulo 5 y final: 'Win, Lose Or Draw'.


‘Win, Lose Or Draw’ fue el disco que me animó a hacer esta serie de escritos sobre los Allman Brothers. La idea inicial era hacer un resumen de mis sensaciones vitales (altamente positivas) en relación con la música de los hermanos para finalmente terminar con este álbum, que fue el último que me pillé, a modo de nota agridulce. Y es que os puede parecer raro pero en un primer momento, cuando escuché este disco, no me hizo mucha gracia. Y lo que aún es peor, me causó indiferencia. Cuantas más veces me lo ponía más intentaba justificarlo y ver algún detallito bueno. Es como aquello de no querer ver las carencias o errores de tu hijo… Pero había que hacerlo y decirlo. ‘Win, Lose Or Draw’ es un álbum falto de intención, inspiración y encanto.

Puede ser que a estas alturas de la vida mis gustos musicales se hayan ampliado lo suficiente como para no dejarme sorprender por nada. O que el nombre de una gran banda no me impida ver la realidad. O que la melancolía no me engatuse y me haga aceptar pulpo como animal de compañía… O un poco de todo.

Las cosas estaban así: En 1975 tanto la banda como Gregg y Dickey iban a su bola, estos dos últimos tenían sus discos en solitario, se enrollaban con Cher, iban en jets privados y la droga les salía por las orejas. ¿El resultado de todo este pandemónium? Pues que la magia se perdió y cayeron en la fácil y anodina repetición de esquemas.

Para empezar y no perder las buenas costumbres, una versión de Muddy Waters (“Can´t Lose What You Never Had”) y después una sucesión de temas compuestos por Gregg y Dickey sin el alma de antaño (“Just Another Love Song” recuerda vagamente a la dulzura sonora de “Blue Sky”, y “Nevertheless” es negroide como lo que hacían en los primeros trabajos, pero poco más)

Ni tan siquiera la canción que da nombre al disco llega a ser sobresaliente. “Win, Lose Or Draw” será con toda seguridad lo más Country que han interpretado los Allman Brothers jamás. Suena lenta, desganada y vacía. La guitarra lo intenta pero… Por Dios, me parece hasta pretenciosa.

Cortesía de Dickey Betts, “Louisiana Lou And Three Card Monty John” es una especie de tregua a tanto hastío. No sé qué les pasó en el estudio de grabación, pero aquí tenemos uno de los pocos momentos disfrutables y frescos del álbum. Bueno, y también “High Falls” es la otra pieza que se salva de la quema. Una compleja y larga instrumental que recuerda a esos tiempos del Fillmore en que los miembros de la banda tocaban todos al borde del éxtasis como un solo ser y nos elevaban al cielo. A esos tiempos en que yo iba con mis cascos flipándolo por la Calle Mayor mientras estos tipos, imbatibles, le daban caña al Rock Sureño.

El cierre de este disco es una composición original de Billy Joe Shaver, “Sweet Mama”. Un intento de dejar un buen sabor de boca al oyente con una simpaticona canción que suena a saloon polvoriento, trampas de cartas y correrías. 


Espero que os hayan gustado estas entradas tanto como a mi el escribirlas con los Brothers como banda sonora. A partir de ahora seguiré, como siempre, con mis diversas movidas musicales, mis dibujitos y lo que se me ponga por delante.

¡Zarzaparrilla para todos!

sábado, 16 de abril de 2016

Capítulo 4: 'Brothers And Sisters'.


'Brothers And Sisters', el cuarto disco de estudio de los Allman Brothers, puede interpretarse como un intento por parte de los artistas de recomponerse como familia. De tirar para adelante. Pasada la tromba de 'Eat A Peach' la banda se agenció una granja y para allá que se fueron con sus mujeres, novias, hijos y demás tropa a intentar darle a la música y a la vida. Pero por desgracia las cosas no siempre son de color de rosa. El demonio de la droga y la bebida se hizo aún más fuerte entre los miembros, el agotamiento que experimentaban no hizo sino aumentar, aparecieron los malentendidos (Gregg miraba por lo suyo, Betts por el liderazgo...) y, lo que es peor, poco antes de terminar de grabar el disco les sacudió esta vez la pérdida del bajista Berry Oakley en unas condiciones muy muy parecidas a las de Duane del año anterior. Muy chungo todo.

Otros hubieran dicho que hasta luego, pero nuestros chicos eran fuertes. Ante estos malos tiempos, los Allman Brothers pusieron buena cara y publicaron en 1973 el que es en mi opinión su disco de estudio más sólido, consistente y regular. Y esa decisión, sabiendo que las venían de pasar realmente canutas, se me hace algo digno de aplaudir.

Con la mano en el pecho he de reconocer que 'Brothers And Sisters' me pilló con el tonto subido. Con la edad del pavo tardía. Horas y horas perdidas con el Guitar Hero II dándole al "Jessica", excursiones con mis compis de la carrera mientras sonaba el "Ramblin´ Man" por mis cascos, programas especiales en la Radio Universitaria de Alcalá de Henares sobre Dickey Betts... Un desparrame.

"Wasted Words", composición de Gregg, abre la veda a un disco cuyo tono general se volverá más acústico y Country que los anteriores. Quizá la razón se deba a que el peso compositivo recaerá un pocobastantedemasiadomás sobre Dickey Betts, que hace a mi parecer un gran trabajo. Y si no, que me lo rebatan tras escuchar "Ramblin´ Man", clásico entre los clásicos de la banda.


"Come And Go Blues" va muy en la línea de lo que Gregg estaba preparando por esas mismas fechas para su debut en solitario titulado 'Laid Back': más presencia de piano, ambientes reposados y accesibles... Un tema que va creciendo a pasitos hasta llegar a "Jelly Jelly", que es una señora versión del tema original de Bobby Bland. Aquí la guitarra de Dickey y el órgano de Gregg suenan con más presencia que nunca, en un Blues lento de esos que son perfectos para escuchar por la noche, al lado de tu querida... ¿O me equivoco?

"Southbound" es un pepino que nos devuelve a la esencia rabiosa, vivificante y eléctrica de los Brothers. Pocas bandas en la Historia han podido disfrutar de una sección rítmica tan compleja y rica como ésta. A Butch Trucks y Jai Johanny Johanson debemos sumar ahora la presencia de Lamar Williams al bajo y de Chuck Leavell al piano. El resultado es de 10.

Y si no fuera suficiente la lista de temazos que tiene este disco, va y empieza a sonar "Jessica". Una instrumental a la vieja usanza de los hermanos. Está compuesta por una serie de perfectos ganchos musicales (por zurdazo el piano, por derechazo la guitarra) que acaban dejándote la cabeza loca. Colosal. Por cierto, en el Guitar Hero II la clavaba en el modo experto con Clive Winston y su Gibson Firebird, por si a alguien le interesa el dato.

"Pony Boy" suena a lo que deben sonar todas las ferias de condado en Estados Unidos. Por ahí corren los niños con sus algodones de azúcar, por allá están los concursos de comer mazorcas asadas sin parar, el de permanecer pegado al último modelo de camioneta Ford hasta el final para llevártela a casa y también el de echar pulsos con el bruto del mecánico del pueblo... ¡Y que no os pase nada con el destilado casero de Lil´Shawn!

¡Hasta la próxima!

viernes, 15 de abril de 2016

Capítulo 3: 'Eat A Peach'.

Una semana después pasó lo que tenía que pasar y me acerqué de nuevo al MediaMarkt de mi ciudad (por aquél entonces la sección de música tenía como unas tres filas larguísimas repletas hasta arriba de discos, no como ahora, que da pena) para hacerme desesperadamente con ‘Eat A Peach’, el cuarto disco de The Allman Brothers Band publicado en 1972.


Era primavera, hacía muy bueno y el regreso a casa lo hice a pie, por el paseo fluvial del Henares. Escuchando en mi discman del Sagitario los dos primeros temas “Ain´t Wastin´ Time No More” y sobre todo “Les Bres In A Minor” bajo la fresca sombra de los árboles y con los anaranjados cerros custodiando la margen izquierda del río tuve una de esas experiencias en la que todos los sentidos se ven dulcemente estimulados… Una de esas experiencias en las que no sientes los pies, pues vas como flotando. Un agradabilísimo viaje que culminó con “Melissa”. No digo más.

A la salida del paseo fluvial atrás quedaron los álamos, la brisa del río y las fochas para desembocar en el Recinto Ferial y en la Ronda Fiscal. Coches, tráfico y ruido por todos lados que no me impidieron disfrutar de “Mountain Jam”, una mastodóntica pieza instrumental extraída de sus peripecias en el Fillmore East. Estos chicos sabían que eran los amos. Entiendo que haya gente a la que se le pueda hacer un poco cuesta arriba pero créanme, todo esfuerzo tiene su recompensa. Y las vistas desde esta montaña son preciosas.

Sus treintaytantos minutos dieron tiempo suficiente para llegar al barrio. En casa me tumbé directamente en el sofá y, tras unos aplausos, me encontré con otros dos temas grabados en el Fillmore: “One Way Out” (original de Elmore James) y “Trouble No More” (recuperado de su primer disco y cortesía de Muddy Waters). Dos conversiones de Blues a lo Brothers pero un poco más comedidas en cuanto a su duración, que no en cuanto a su intensidad.


La vuelta al estudio tuvo lugar con “Stand Back”. Un tema preciso, enérgico y vital que ocultaba horas bajas para la banda: estaban empezando a agotarse de hacer tantas y tantas giras, de inflarse a drogas, de rehabilitaciones en vano y, para colmo de males, la banda sufrió la pérdida de un hermano: Duane Allman (fundador y líder de la banda) falleció en un estúpido accidente de motocicleta poco antes de publicar el disco. Una auténtica estocada.

Como contrapunto a esta triste y negativa nota, he de decir que “Blue Sky” se convirtió inmediatamente en uno de los himnos de mi juventud. Tanto, que llegó a formar parte de mi vida. Levantarme y escuchar “Blue Sky”, ir a clase escuchando “Blue Sky”, acostarme con “Blue Sky”. Así todo el rato. Y es que sí, caí rendido ante esta romántica composición de Dickey Betts dirigida a su por entonces novia y más tarde esposa, la  nativa americana Sandy ‘BlueSky’ Wabegijig. La letra de la canción decía todas las cosas bonitas que a mi me hubiera gustado decir… Todas las cosas buenas que hay que decir todos los días y a todas horas a una mujer. Al amor de tu vida.



“Little Martha” puede considerarse una bella instrumental acústica o mucho más: puede ser la representación de un sueño que tuvo Duane Allman donde se le apareció Jimi Hendrix para enseñarle esta melodía, una oda a su novia Dixie Meadows, un guiño a una joven seguidora o a Martha Washington. Da igual. Lo cierto es que es la cancioncita perfecta para cerrar el álbum y esta entrada de hoy.


Próximamente más.

miércoles, 13 de abril de 2016

Capítulo 2: 'At Fillmore East'.


Con este álbum que tenemos entre las manos nos retrotraemos a dos épocas. La primera es 1971, el año en que se grabó y publicó. Una época dorada. La segunda es 2003. que aunque es el año en el que conocí a los Bros, ya no era todo tan dorado. Me lo pillé porque la portada me moló un huevo, las pintas relajadas de los tipos me inspiraba confianza y además su adquisición contaba con el beneplácito de mi padre (quien me haya estado siguiendo a lo largo de estos años sabrá que para mi su palabra en asuntos musicales es la ley). Como iba diciendo, con ‘At Fillmore East’ me introduje de sopetón en el mundo de los Bros... Un disco que es una especie de piedra de toque para introducirse en el Southern-Rock como para muchos seguidores del Jazz lo es el ‘Kind Of Blue’ o para los más Hard-Rockeros el ‘Made In Japan’. Imprescindibles.

Como os iba diciendo, me hice con este álbum allá por 2003. Año en que iniciaba mi carrera universitaria con toda la ilusión del mundo y año en que el Reggaetón estaba en lo más altito de todo. Yo, con mis melenas al viento y mi discman (lo mío es lo retro, desde luego) iba todas las mañanas a clase con este álbum entre otros como el primero de Grateful Dead, el primero de Yes… Gloria bendita.

Si nada más darle al play no te quedas enganchado con la afilada guitarra de Duanne, los juegos de Dickey y con los “wake up momma!” de Gregg en la versión que hicieron del “Statesboro Blues” de Blind Willie McTell es que estás muertomatao.

El ambiente a vivo, a vida, a la jubilosa tensión del directo se mantiene con el “Done Somebody Wrong” de Elmore James, un certero disparo de eléctrico Blues-Rock que se relaja un poco (pero solamente un poco) con el siguiente corte, el “Stormy Monday” grabado originalmente por T. Bone Walker.

Y si lo de realizar sentidos homenajes a los clásicos del Blues no les parecía suficiente a los hermanos Allman, con “You Don´t Love Me” ya rizan el rizo y nos muestran por primera vez cómo son capaces de recrear un pequeño y sencillo Blues tradicional (cortesía del armonicista Willie Cobbs) y convertirlo en una colosal y dinámica pieza de Blues-Rock que roza los veinte minutos y que nos presenta a Duanne y Dickey dándolo absolutamente todo, a la santísima trinidad Trucks-Johanson-Oakley en modo cardíaco y a Gregg en todo lo alto. Lo que me gusta de esta banda es que no puedo decir que cada uno en su faceta estuviera dando el do de pecho mientras los demás acompañaban… Aquí es imposible. Todos eran uno. Eso me parece ejemplar. Algo que habría que enseñar a los más chicos.


“Hot ´Lanta” es la primera composición original de la banda que aparece en el disco. Tiene un desarrollo que es totalmente jazzístico. Me hubiera encantado escuchar una versión de este tema por parte de Cannonball Adderley. Su saxo hubiera quedado de lujo entre tanto guitarrazo ¿No creen?

Siempre pensé en qué es lo que tomaban los bateristas de esta banda, o qué brazacos debían tener para aguantar tanto minutaje con semejante fuerza, precisión y energía… El trío formado por Trucks-Johanson-Oakley se encargó de propulsar esta canción a la mismísima estratosfera. Al infinito y más allá. Es que de verdad es para ponérsela a los pánfilos que dicen que los bajistas o bateristas son el último mono en una banda de Rock.

“In Memory Of Elizabeth Reed”¡Ay Elizabeth Reed! Ya comenté en la primera entrada que es mi canción favorita de la banda. Y que la primera vez que la escuché fue en esta versión en directo, en su máximo esplendor. Inigualable la delicadeza con que cada instrumento se va desarrollando y cómo se van imbricando y uniendo en un todo musical. En belleza pura. Las guitarras son orfebrería fina, el bajo y el teclado suenan a terciopelo y la percusión, a corazón. Los cambios de ritmo nos llevan de un estado de ánimo a otro. Ahora tranquilidad. Ahora tensión… Trece minutos de obra maestra. La estoy escuchando mientras os escribo y la verdad es que me sigue emocionando como la primera vez. Me ha acompañado en los momentos más importantes de mi vida y lo seguirá haciendo mientras me mantenga en pie sobre este mundo.

El “Whipping Post” del ‘At Fillmore East’ con el que se cierra este álbum suena como si el “Whipping Post” del debut de 1969 se hubiera encerrado en un gimnasio a hacer pesas a conciencia y se pusiera hasta las trancas de beber batidos de esos de fresa con guarreridas radioactivas entre sus componente que sirven para echar músculo a mansalva. Sí. Así es como suena. Fabulosamente bien.


Próximamente tocará hablar de esa delicia sonora de 1972 llamada ‘Eat A Peach'. ¡Nos leemos!

lunes, 11 de abril de 2016

Los seis primeros discos de The Allman Brothers Band. Capítulo I: 'Beginnings' o 'TABB' + 'Idlewild South'.

La empresa que se me ha antojado llevar a cabo me da mucho vértigo. Y es que repasar desde mi punto de vista el maravilloso sexteto de álbumes que The Allman Brothers Band desarrolló entre 1969 y 1975 no es moco de pavo. Una banda surgida en una época única y mágica con un sonido único y mágico... Reconozco de antemano que no soy un experto en los hermanos Allman. Tengo sus discos, los he escuchado una y mil veces durante mi época universitaria y me han llevado por mundos alucinantes con temazos como "In Memory Of Elizabeth Reed", "Blue Sky" o "Melissa". Lo que voy a contar en estas próximas entradas es lo que sus discos y sus canciones me han despertado por dentro, sin tecnicismos de por medio. Estos tíos eran todo sentimiento.

CAPÍTULO I: 'BEGINNINGS' O 'TABB' + 'IDLEWILD SOUTH':


Curiosamente, es una de mis ultimísimas adquisiciones musicales es la que abre esta tanda de reflexiones musicales sobre los hermanos Allman y mi persona. 'Beginnings'. Un pedazo de recopilatorio publicado en 1973 por Capricorn Records para aprovechar el tremendo tirón de ventas que tenía la banda por aquél entonces y dar a conocer así a los neófitos sus dos primeros trabajos, 'The Allman Brothers Band' (1969) y 'Idlewild South' (1970). Sin miramiento alguno.

Estos dos tremendísimos discos surgieron de los últimos rescoldos psicodélicos, del viejo Blues de toda la vida, de ese mozalbete llamado Southern-Rock, de un sentido musical al alcance de muy poquitos y de horas y horas en los estudios de grabación... Algo que nos hacen saber desde el inicio de la grandiosa instrumental "Don´t Want You No More" unida a "It´s No My Cross To Bear".

Al dúo de guitarras más perfecto de la historia (Duanne Allman/Dickey Betts) se le une una de las secciones rítmicas más poderosas (Berry Oakley/Butch Trucks/Jai Johanny Johanson) y un vocalista-teclista al rojo vivo (Gregg Allman) y claro, lo normal es que te marques trallazos como "Black Hearted Woman", "Trouble No More" y "Every Hungry Woman". En estos temas el sonido de la pareja de guitarras me recorre la espina dorsal, el ritmo bombea como un sólo corazón y la voz de Allman ruge recordándome un poco a la de Johnny Winter mientras sus teclados son puro fuego.

Mención aparte para "Dreams" y "Whipping Post". La primera es un esbozo de lo que estos tipos sabían hacer en directo. Siete minutos y pico de agradable vaivén instrumental. Recreación gozosa a ritmo de Vals, guitarras juguetonas, teclados esponjosos...  Emoción. Toda una gominola en forma de canción. La segunda se convertiría en una de sus canciones más reconocibles y en un clásico de los directos. Incluida en 'At Fillmore East' y convertida en una monstruosa jam de casi media hora de duración, fue un eslabón más en la banda sonora de mi tardía adolescencia, pero de eso hablaremos en su debido momento.


Ni un año había pasado y ya tenían en la tienda su segunda obra. Eran otros tiempos. Hacer música era más importante. Producido por el talentoso Tom Dowd, 'Idlewild South' refuerza todos los aspectos positivos anteriormente mencionados. Una cosa que siempre me moló de esta gente si alguien no me desdice es que, al contrario que otras bandas del llamado Southern-Rock, los hermanos siempre emanaban aires de libertad y fraternidad. De buen rollo. Fueras del Estado que fueras o tuvieras el color de piel que tuvieras, por ejemplo. Nada de rednecks, banderas confederadas o chuminadas del palo. Eso lo valoré muchísimo desde el primer momento. "Revival" es Gospel con un poco más de chispa. "Don´t Keep Me Wonderin'" incide en la línea del primer disco y "Midnight Rider" anuncia el toque acústico que sería aún más patente en futuros discos. Ahora, nos vamos a otro párrafo.

"In Memory Of Elizabeth Reed". Pocas canciones me han sugerido tanto. Mi favorita de su repertorio. En mi opinión, nota por nota es el reflejo perfecto de lo que podía dar de sí la banda. Vamos, que esta canción es la misma banda. Punto. Elegancia con pegada. Creatividad y talento a borbotones. Raíces profundas y ramas que llegan a lo más alto... Bellísima pieza.

"Hoochie Coochie Man" es un reconocimiento a los maestros. Y si Willie Dixon no lo es, es que nadie lo es. "Please Call Home" es una canción de vuelta a casa, de últimas monedas y esperanzas, de carretera, noche y lluvia... En tonos medios y lastimeros. Perfecta para cerrar el álbum si no fuera por "Leave My Blues At Home". Otra composición de Gregg Allman en forma de divertimentoenergéticofunkysuperior que hace que se quede uno con ganitas de más... Y más que tendremos. Próximamente. Palabra.

viernes, 8 de abril de 2016

Amália At Abbey Road: The Complete Sessions.


Cuando marchamos de viaje tengo una serie de costumbres impepinables, de esas que no hay quien me quite de la cabeza: profundizar lo máximo posible en la gastronomía del lugar (visitar sus tascas típicas y probar sus recetas tradicionales para luego a la vuelta trasladarlas a mi cocina), visitar sus templos religiosos (ya sea una sinagoga centroeuropea, un templo shinto o una sencilla iglesia de pueblo castellano), comprar unos dedales de recuerdo para las abuelas y hacerme con un disco representativo de la música local. 

Esta misma semana mi bella señora, mi cuñada y servidor marchamos rumbo a Lisboa. Brisa fresca, bacalhau y ginjinha por doquier, callejuelas que sorprenden a cada paso, historia bien presente... Y Fado.

Paseando por Chiado nos encontramos con la Companhia Nacional de Música, una bonita tienda que cumple la función de "empresa editora, productora y distribuidora de fonogramas y videogramas musicales, que tiene como misión la producción, valoración y divulgación de obras de ámbito cultural". Allí dentro me encontré con una buena colección de Música Clásica, Tradicional y Popular de Portugal y claro... Al ver este 'Amália Rodrigues At Abbey Road' pues como que no me pude resistir.

Son 19 los temas grabados en marzo de 1952 (diez años antes de que los Beatles entraran en aquellos estudios) por la gran Amália con la compañía de Raul Nery a la guitarra portuguesa y Santos Moreira a la guitarra clásica. El repertorio escogido es bastante heterogéneo y comprende fados tradicionales, composiciones brasileñas y algún que otro detalle español. Todos ellos resultado de una única y verdaderamente inspirada sesión.



Não sei, não sabe ninguém Por que canto o fado Neste tom magoado De dor e de pranto E neste tormento Todo o sofrimento Eu sinto que a alma Cá dentro se acalma Nos versos que canto Foi deus Que deu luz aos olhos Perfumou as rosas Deu oiro ao sol E prata ao luar Foi deus Que me pôs no peito Um rosário de penas Que vou desfiando E choro a cantar E pôs as estrelas no céu E fez o espaço sem fim Deu o luto as andorinhas Ai, e deu-me esta voz a mim Se canto Não sei o que canto Misto de ventura Saudade, ternura E talvez amor Mas sei que cantando Sinto o mesmo quando Se tem um desgosto E o pranto no rosto Nos deixa melhor Foi deus Que deu voz ao vento Luz ao firmamento E deu o azul às ondas do mar foi deus Que me pôs no peito Um rosário de penas Que vou desfiando E choro a cantar Fez poeta o rouxinol Pôs no campo o alecrim Deu as flores à primavera Ai!, e deu-me esta voz a mim.

jueves, 7 de abril de 2016

Una De Esas Joyitas: Π L.T. y 'Denbora'.


Ráfagas industriales, cláxones y motores, chisporroteos fabriles, loops de percusión hipnótica a lo txalaparta enlazado con txistus distorsionados o algo similar... Eso es lo que nos presentan los vascos Π L.T. en "Sagarminagan Hegaz", compleja e interesante instrumental que abre 'Denbora', su segundo disco publicado en 1998 con Esan Ozenki Records.

"Automatak Bezela" es mi favorita del álbum. Quizá porque me recuerda a mi época de adolescente quizá porque es un temazo como la copa de un pino. Empieza con el soniquiete de un videojuego antiguo para ir tornándose poco a poco en una canción tan profunda como el mismo universo. Ese estribillo a voz en grito, ese texto hablado... Existencialismo, alienación, vidas grises que buscan en el lejano espacio la respuesta que se nos presenta día a día delante de nuestros morros... Tremendo.

El álbum está lleno de cambios de ritmo, de sensaciones y ambientes. Así pues las pausadas y ambientales "Kolore Gabeko Garale" y "Denbora" entran en perfecto contraste con las más nu-metaleras e industriales "Zein" y "Jo!". Este trabajo es hijo de su tiempo, eso es innegable, pero pasa la prueba del tiempo sin ningún problema gracias al tremendo despliegue de creatividad que presentan todas y cada una de sus composiciones. No son estáticas o previsibles. Cada compás es una sorpresa para mis oídos. Y lo agradezco una barbaridad.

"Itsutuko Naiz" hibrida un estribillo duro con un desarrollo musical suavecito, "Hotzez Minduta" es el tema más Rock de estos músicos (además de riffs hay hasta un solo de guitarra y todo), "...Ta Beti Grisez..." es un tema industrial cuasi progresivo en cuanto a su intensidad sonora y lírica. Intensidad que se mantiene intacta en el siguiente tema "Nahia", un bravo caudal que al final acaba desembocando (aparentemente) de forma mansa y suave con una delicia post-rockera-hardore-acústica titulada "90".

Recomendado este disco, vamos.