Día 30 de octubre, domingo, cumplía 28 años y buscando cosas por la mañana en Internet vi que los holandeses
Sungrazer venían a Madrid para finalizar su gira otoñal 2011.
¡Perfecto! pensé. Tenía bastantes ganas de escuchar en directo a un grupo de
Stoner Rock como Dios manda, así que me dispuse a llamar a mis amigos por si se apuntaban... Maaaaala idea. Ya os conté en otro momento que mis amigos son unas bellísimas personas y que me partiría la cara por ellos pero que musicalmente van cortitos y con sifón. Pues bien, esta impresión mía se acabó de constatar: no quiso venir ni el tato, pero al contrario que otros años, esta vez cogí el tren de Alcalá de Henares y en Sol que me planté.
Es evidente que Madrid tiene cosas muy buenas, pero como ciudad gigantesca que es me acaba agobiando, y si encima está toda la peña como ida disfrazada de zombis, brujas y demás morralla hallowinesca, con puñales de trola atravesando cráneos y caretas de psicópatas de películas de Serie B pues entonces me agobia mucho más.
Ante estas visiones tan horripilantes no me quedó otra que agachar la cabeza y tirar Calle del Carmen para arriba dirección Callao, cruzar la Gran Vía a todo trapo (porque aquí en Madrid no tenemos peatones normales sino velocistas profesionales) y dirigirme a la Plaza de la Luna esquivando señoritas de la vida nocturna (más que un agobio una pena), porque por ahí cerca estaba el local en el que tocaban los
Sungrazer.
Un tópico que se me vino abajo rápidamente es aquél de la puntualidad de los europeos en clara contraposición con nosotros los desastrosos, impredecibles e impuntuales españoles, ya que a las 21:30, hora en la que en teoría se abrían las puertas, vi que desde una cascadísima furgo todavía estaban sacando los
"roadies" bártulos e instrumentos y metiéndolos en el local... Viendo que la cosa iba para largo ya que se tendrían que hacer las pruebas de sonido y tal decidí darme otro voltio, así que me tocó seguir esquivando señoritas, chinos vendedores de latas de cerveza y no-muertos por las calles de Madrid.
En torno a las 22:30 ya pudimos entrar al local, que se llama
El Perro De La Parte De Atrás Del Coche y que a partir de ahora si vuelvo a nombrar este local y si no os molesta, lo haré acortándolo a El Perro.
Un sitio interesante, como muchos de los de Madrid, no muy grande y por tanto acogedor. No voy a describir sus metros cuadrados ni nada de eso, pero hubo algo del local que me chocó bastante: delante del escenario había una barra de bar... Así, con dos narices. Supongo que en los días que no hay conciertos pues se sirve en ella, pero para los días de concierto es algo que resulta bastante molesto. No es que fuera una barrera insalvable, pero sí lo es que separaba el escenario del resto de la gente y eso no mola, y más cuando en un local pequeño lo que se busca es el acercamiento de los artistas con los asistentes.
Lo que sí me gustó, y es lo importante, es el sonido del lugar: potente y envolvente, con unos bajos muy sólidos que hacían que la ropa se moviera.
En cuanto al público, pues muy variado: roqueros cuarentones y cincuentones que no se han quedado anclados en Leño y Barón Rojo, personas sin pintas de seguir el rollo Stoner, tipos que con sus barbas y greñas desde luego que sí son dignos representantes del movimiento, mozuelas admiradoras de Saint Vitus (así lo aseguraban sus camisetas) y hasta los padres del bajista de Sungrazer, que vinieron a visitarle, hicieron acto de presencia. Todos ellos muy implicados con los grupos, con bastante buena actitud y afortunadamente no hubo idiotas a la vista. Que siga la racha.
Se me olvidó decir antes de todo que los primeros en aparecer no fueron Sungrazer, sino los alemanes
Grandloom, un trío de Stoner Instrumental (una buena idea que deberían apuntarse otros grupos que lo único que hacen es berrear) bastante complejo y en el que la guitarra triunfaba con sus punteos por encima del colosal muro que se encargaban de construir el bajista y el baterista. Si os soy sincero, este grupo me pilla de nuevas y no conocía nada de ellos, pero he de decir que su actuación me dejó muy buenas sensaciones, su música captó rápidamente mi atención y no la desvié en ningún momento, algo que a mi ya me dice mucho.
Por lo que llevo escuchado y leído de ellos en este par de días, si siguen por esta línea que han decidido afrontar, llegarán a tener un hueco importante en la escena Stoner.
Y ahora vamos a lo que vamos, a los holandeses que encabezaban el cartel: Sungrazer.
Llevaba tiempo queriendo hablar de ellos por aquí, pero siempre se me adelantaban o interponían otras cuestiones, así que el hecho de ir al concierto me ha servido como estimulante obligatorio...
¿Qué podría decir de este grupo? Lo primero, aunque no tenga nada que ver con lo musical es que se pirran por las Mahous ya que entre canción y canción le dieron al alpiste cosa buena. Este dato afirma que los holandeses se documentaron a la perfección sobre los usos y costumbres cerveceras de Madrid: unas Mahous entre compis es lo mejor del mundo.
Lo segundo, y ya entrando en el terreno meramente musical es que estos tíos bordan sus interpretaciones en cuanto a calidad de sonido, siguiendo perfectamente al pie de la letra el discurso y la estructura del disco junto al añadido de dotar de más empuje, fuerza y dinamismo a todas y cada una de sus composiciones (en gran parte responsabilidad del baterista Hans Mulders con su tremenda pegada y del guitarrista/cantante Rutger Smits con su destreza a la hora de darle a los pedales, efectos, distorsiones...)
Esa mezcla de sonido Stoner clásico tipo Fu Manchu con estribillos que se pegan y unas improvisaciones rollo Psicodelia todavía no muy extensas pero sí más orgánicas y desarrolladas que antes pueden hacer de esta banda algo grande.
Los Sungrazer se tocaron básicamente las canciones más conocidas de sus dos únicos álbumes hasta el momento:
'Sungrazer' del 2009 y
'Mirador' de este mismo 2011, todas ellas a petición de un público que estuvo constantemente jaleado y animado por el jirafesco, rubiejo y simpaticón bajista Sander Haagmans, que además de hacer las gracias en español tocaba su Rickenbacker con un gusto y una profundidad que me dejó pasmado.
Sin lugar a dudas la canción más solicitada de todas por los asistentes era
"Common Believer", y como escuchar una canción siempre es mejor que alguien te esté explicando de qué va, ahí que os la encasqueto en una versión en directo que realizaron en la requetepreciosa ciudad de Maastricht:
Sobra decir que el grupo estuvo a tope. Fue una actuación que nos pareció corta debido a esos recortes de tiempo que sufren los horarios de los conciertos en la capital y a que antes estuvieron los germanos dándole caña, pero fue todo muy intenso y muy rico en matices, ya que se ve que querían ganarse al público y que lo bueno del Stoner es que en este estilo o lo que sea no todo tiene que ser contundencia y decibelios. También hay espacio para la experimentación sonora, para crear ambientes, atmósferas con las que volar, mundos con los que soñar...
Tras acabar si mal no recuerdo el concierto con
"Zero Zero", los encantadores padres del bajista nos sacaron una pancarta a modo de agradecimiento que ponía "Muschasss Grosssias" o algo así, aplaudimos el detalle y me encaminé hacia las escaleras pensando en el conciertazo que me hubiera perdido si no llego a salir de casa, por lo que no caí en pasarme a ver el puestecillo de los grupos y pillarme el primer disco de Sungrazer...
Ahora me arrepiento de tener esta cabecita.