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sábado, 5 de noviembre de 2011

Mi primer concierto de Yes:


He hablado de esta banda en más de una ocasión, así que lo que voy a hacer ahora es juntar una serie de pensamientos sin mucho orden o sentido sobre lo que me ha parecido el espectáculo que viví ayer en La Riviera...

Empecemos primeramente por lo que algunos ya estarán pensando. Y es que sí, no estaban ni Jon Anderson ni Rick Wakeman, ¡pero qué grandes siguen siendo estos tipos!

Lo cierto es que estaba como loco por encontrarme por primera vez con la que es una de mis bandas favoritas, los Yes. La razón del porqué de tanta tardanza para verlos se debe básicamente a que tuve la mala suerte de conocerlos y escucharlos con bastante retraso... Fue aproximadamente en 2003, cuando iniciaba la carrera de Historia, gracias a una de las numerosas recomendaciones musicales que me hacía y todavía hoy sigue haciendo mi padre.

La primera toma de contacto que tuve con ellos fue 'Relayer' y a partir de ahí todo me fue mucho más fácil cuando iba a las tiendas de discos ya que siempre caían uno o dos de Yes, porque sabía que era una apuesta sobre seguro y que no me iban a decepcionar.

Han sido muchas tardes, muchos meses y muchos años esperando este momento, así que no lo dudé ni un momento y cuando me enteré que se iban a pasar por Madrid decidí invitar a mi padre para que viniera conmigo al concierto a modo de agradecimiento por los grandísimos momentos que gracias a sus recomendaciones he vivido mientas canciones como "Heart Of The Sunrise", "Gates Of Delirium" u "Onward" servían de banda sonora de mi vida.

Sobre el concierto qué podría decir... Bueno, podría empezar por Benoit David, que me ha sorprendido gratamente. Un cantante portentoso en lo vocal, no tuvo ni un fallo, se comportó correctísimamente y no paró ni un segundo sobre el escenario. Por ahí he leído muchísimas cosas en contra del canadiense, y es que aunque la figura de Jon Anderson es mítica y casi sagrada, me parece que la presencia de Benoit en realidad lo único que ha hecho es insuflar de energía y vitalidad a nuestra banda favorita.
El otro posible "punto débil", que es Geoff Downes no se puede comparar a un virtuoso como Wakeman y creoq ue precisamente por eso mismo tampoco tiene los defectos que padecen este tipo de genios... Tuvo una actuación sobria, sin fisuras, apoyando con los teclados, creando ambiente y protagonizando algún que otro momento estelar como aquél cuando saltó al centro del escenario con el teclado-guitarra para ofrecernos un solillo y unas poses de Superestrella Progresiva que molaron un huevo. Un diez para Geoff.

¿Y el resto de la banda? ¡Pues perfecta! El nunca lo suficientemente reconocido Alan White le dio a los parches de forma inagotable. Para mi es el baterista de la banda.
Steve Howe me confirmó con su actuación que es El Único y Verdadero Maestro de las Cuerdas (tooooodas las guitarras eléctricas del mundo, mandolinas desenchufadas, pedal steel guitars,...) Me parece que con este título que le he concedido poco más debería añadir sobre el bueno de Steve.
Y Chris Squire es que es una de mis debilidades musicales... Uno de los bajistas más dinámicos, versátiles y completos que he escuchado en mi vida. ¿Que hay que ser constante y rítmico? Pues se es. ¿Que hay que ser melódico? Pues se es también. Fue el centro de atención durante gran parte del espectáculo. y es que el tío es gigantesco.

En fin, que si en otras ocasiones en las que he ido al concierto de una banda veterana se veía que ésta iba ya cuesta abajo y sin frenos, me da que en el caso de Yes es todo lo contrario: la sensación que me ha generado el espectáculo es que afortunadamente les queda cuerda para rato siempre y cuando la salud lo permita, que a estas edades no es moco de pavo.
Sonaron con energía y se les vio contentos e implicados con la causa... Y eso es lo que más me alegra. Saber que no llegué tarde y que hay Yes para rato.

Y ahora algunas fotos:





viernes, 19 de febrero de 2010

Yes - Relayer:

Si con el debut homónimo de Yes me encontré con un grupo que se veía que iba a ser grande, pero todavía con un sonido con mucho espacio por explorar, indefinido,...Un grupo que estaba en un cruce de caminos, con Relayer me sumergí por primera vez en el Rock Progresivo, y a partir de entonces "yesero" hasta las trancas.

Éste, su séptimo disco de estudio grabado en 1974, fue uno de esos grandes trabajos que obtienen un recibimiento frío por parte de los críticos musicales y seguidores. En el caso de Yes, Relayer entró en comparación con los anteriores Fragile y Close to the Edge (consideradas unas obras maestra) aunque es cierto que el tiempo ha ido poniendo las cosas en su sitio, hecho justicia y restaurado parte de su prestigio perdido.

Además, a todo esto había que sumar que Relayer se compuso en un período de inestabilidad en el grupo y de transición en su sonido, pues la virtuosa estrella de fuegos pirotécnicos Rick Wakeman abandonó el grupo (algo que hacía muy habitualmente, debe ser su pasatiempo favorito). Tras esto Yes se puso a evaluar posibles candidatos, entre los que se llegó a hablar de Vangelis, y se acabó por ceder los teclados a Patrick Moraz, un reputado músico de orígen suizo que estaba tocando con un grupo llamado Refugee.

La forma y voz de Yes, Jon Anderson.

La garra y el espectáculo, Chris Squire.

El hombre de las cuerdas, Steve Howe.

El nervio y el motor, Alan White.

Patrick Moraz, una estrella fugaz en el firmamento de Yes.

Por tanto, fue este un tiempo de cambio para la banda que no hay que entender de forma negativa como pérdida de calidad, si no todo lo contrario, como una etapa distinta que supuso entre otras cosas que el líder y vocalista Jon Anderson recuperara y experimentara un nuevo impulso creativo en las tareas compositivas; la presencia de nuevos elementos, nuevas estructuras y mayor experimentación musical con conexiones jazz-rock por cortesía de Moraz y Steve Howe (más interesados en la apertura de Yes hacia otros campos sonoros); y la consolidación y mayor conexión del motor rítmico formado por el fenomenal bajista Chris Squire y el baterista Alan White.

Este es el precioso trabajo artístico que Roger Dean realizó para la portada desplegable de Relayer. Una obra de arte que hizo que mucha gente se decidiera a comprarlo simplemente por el gran cuidado estético que esta banda puso en todo lo que hacía, y la verdad es que iba paralela a la calidad musical, impresionante.

En el años 2003, la discográfica Rhino lanzó a las tiendas una muy buena reedición de este álbum, atendiendo al diseño original pero ahora en formato CD y con los consabidos Bonus Tracks.
Ahora vamos a describir un poco el contenido del álbum:

La pieza que abre el disco, "Gates of Delirium", es una obra épica inspirada vagamente en el obra de Tolstoi Guerra y Paz (ya saben del gusto de los músicos de Progresivo por dotar de cierto calado intelectual a su música), y que se compone de dos movimientos que consiguen abarcar durante su largo desarrollo matices y sensaciones que van de lo vertiginoso y beligerante del primer movimiento, a lo poético y calmado de Soon.
En el primero de ellos, "Gates Of Delirium", destaca por encima de todo el gran nivel interpretativo, la enorme capacidad de interconexión y de entendimiento que había entre los músicos del grupo. Una prueba de ello se da a la mitad del tema, donde teclados de Moraz y las guitarras de Howe se enzarzan en una brutal competición y demostración de categoría. Esa sensación de inestabilidad, agresividad y violencia se obtuvo también gracias al esforzado trabajo de Alan White y Chris Squire en el apartado rítmico, que para lograr ese sonido sucio, chirriante y violento, llegaron a utilizar instrumentos tan inusuales como piezas de metal, discos de frenos y todo tipo de cachivaches, que previamente habían recogido de un desguace o chatarrería. Algo "muy normal" en un grupo de superéxito.


"Soon", el segundo movimiento, pone fin al estremecedor conflicto sónico con una de las más logradas interpretaciones vocales que Jon Anderson haya realizado nunca. Una parte que llegó a ser editada como single con la intención de que fuera emitida en radio y enganchara al público con su belleza y accesibilidad, pues no creo que las discográficas y emisoras estuvieran muy dispuestas a aceptar promocionar y radiar un tema de casi 22 minutos, algo que sería la bomba de haber pasado...


"Sound Chaser" es el segundo tema, donde también se utiliza la tensión y contraposición de fuerzas dinámicas como recurso compositivo. En este caso se da entre el teclado de Moraz y la sección rítmica Squire-White, con una inclinación en los arreglos que acercaron el Rock Progresivo de Yes a las maneras Jazz-Rock que tanto éxito estaban teniendo por entonces. Mención especial merece el trabajo de Howe a las guitarras, dejando en este tema su toque y estilo, cercano a la guitarra clásica.


Cerraba el disco una de las más bellas creaciones de la extensa discografía de Yes, "To Be Over": 9 minutos y 19 segundos de elegancia y clase liderada en este caso por Steve Howe, sin lugar a dudas uno de los guitarristas más creativos, dotados y geniales que he visto nunca. Este tema, con su estructura y acompañamiento vocal en suave progresión, llega a su momento cumbre cuando Patrick Moraz inicia su soberbia actuación a partir del 6:40, en uno de los solos de sintetizador que más me han impactado. No es de los más largos o complicados, pero es de una gentileza y dulzura tal, que por eso está entre mis favoritos.


En fin, que si alguno no sabe de Rock Progresivo (que hay de todo en este mundo) y le interesa empezar por algo, ya sabe mi recomendación y por dónde tirar.

lunes, 10 de noviembre de 2008

domingo, 18 de mayo de 2008

-Relayer-

Este fue el segundo disco con el que sumergí totalmente en el sonido de Yes, su séptimo de estudio, un gran álbum que no alcanzó en su momento el reconocimiento merecido en comparación con los anteriores Fragile y Close to the Edge, a lo que hay que sumar que se compuso en un período de transición en el grupo y en su sonido -pues la estrella Rick Wakeman cedió los teclados a Patrick Moraz-.Transición que no hay que entender como pérdida de calidad, si no como un momento de recuperación y nuevo impulso creativo de Anderson, presencia de jazz-rock por cortesía de Moraz y Howe, mayor conexión rítmica Squire-White,...


La portada desplegable de Relayer obra de Roger Dean
fue la responsable de que me comprara este disco.




Gates of Delirium es una épica obra maestra de largo desarrollo inspirada vagamente en el obra de Tolstoi Guerra y Paz en la que destaca el gran nivel interpretativo entre los instrumentos abarcando matices y sensaciones que van de lo vertiginoso, duro y beligerante del primer movimiento, a lo poético y calmado de Soon, la parte vocal protagonizada por Anderson que fue editada a parte como single.

Sound Chaser es el segundo tema en el que destaca el enfrentamiento entre el teclado de Moraz y la sección rítmica Squire-White, acercando el rock progresivo de Yes a las maneras jazz-rock de grupos como la Mahavishnu Orchestra, pero sin violines de por medio. Mención merece el trabajo de Howe a las guitarras, dejando en este tema su toque y estilo cercano a la guitarra clásica.

Uno de los temas más bellos de la carrera de Yes, To Be Over cierra el disco. 9 minutos y 19 segundos de elegancia y clase encabezada por las guitarras de Steve Howe, uno de los más impotantes guitarristas de la historia sin lugar a dudas. La estructura en progresión y los cambios de ritmo son marca de la casa de Yes, aumentando así su tensión y dinamismo. A destacar los teclados del suizo Patrick Moraz a partir del 6:40, y el gran trabajo de Anderson en la composición e interpretación vocal de esta obra.



Los miembros de Yes en este período son: el baterista Alan White arriba, y de izquierda a derecha Steve Howe a las guitarras, Jon Anderson en la composición y voces, Chris Squire al bajo y Patrick Moraz a los teclados varios (sintetizadores, pianos, órganos...)