El sábado 24 fue un día memorable. Una de esas fechas que quedará para el recuerdo en la mente y el corazón de todos los amantes de la música en Alcalá de Henares. Nosotros nos olíamos que algo bueno iba a pasar, así que no pudimos perdernos la cita que Black Hazes y Electric Mary nos tenían reservada en la Sala EgoLive.
Los primeros en abrir la noche fueron los invitados Black Hazes: un grupo local de Heavy-Rock (prefiero este término acuñado ya hace unos treinta y tantos años por la gente de Barón Rojo que el de Heavy-Metal) más bien de corte clásico en formato trío que subió al escenario como un auténtico huracán desde el primer segundo, con una fuerza inaudita y unas ganas de disfrutar y de gustar al público muy pocas veces vista en la sala.
Black Hazes resultó ser un grupo activo, vitalista y contestatario que a las primeras de cambio arrearon, siempre canción en mano, contra esa marca de ambientadores para el hogar llamada Ambi Pur que últimamente es bastante ‘conocida’ por aquél anuncio de televisión que no sé si habéis visto en el que aparentan hacer un concierto con jevis y al día siguiente, en la misma sala, unas embarazadas se ponían a practicar yoga o una mierda de esas y luego decían sorprendidas no notar el ambiente cargado porque claro, antes se había estado echando ese ambientador… Vamos, que Ambi Pur se lo ha buscado bien buscado por faltones, clasistas y estúpidos.
La segunda tanda vino cuando se acordaron de esa gran dama de la política autonómica, nacional e internacional que es Doña Esperanza Aguirre ¿O era Ana Botella? Bueno, da igual… Lo cierto es que las dos se lo podrían merecer tranquilamente debido al enorme mérito y talento que atesoran las dos.
A lo largo de su espectáculo, Black Hazes nos demostraron tener todos los ingredientes necesarios para gozarlo: un bajo que suena crujiente y profundo -como debe ser en estos casos-, un guitarra solista que se sale en todas las facetas, un baterista impecable y un cantante -Ani- que sabe cómo meterse al público en el bolsillo gracias a su garra, actitud y también, no vamos a negarlo, a canciones como “Miedo” y “Falsa Sonrisa”… En fin, una banda que no conocía, que está preparando lo que va a ser su primer álbum grande y que seguiremos muy de cerca porque de verdad se lo merecen.
Tras recoger los trastos, les tocó el turno a Electric Mary. Desde que me contaron hace un mes aproximadamente que estos máquinas habían acompañado a maestros de la talla de Deep Purple, Judas Priest y Alice Cooper, tenía unas ganas enormes de comprobar y ver en persona a esta pedazo de banda australiana y lo cierto es que no me defraudaron en absoluto.
La puesta en escena fue de gente con muchas tablas. De gente que sabe lo que se hace y que domina además del ámbito musical -que ya hablaremos de ello- toda esa parte actoral que lleva consigo un concierto, es decir: la farándula, el espectáculo, el show.
Rusty Brown, el cantante, encarnó a la perfección el papel de frontman y acaparó para sí el protagonismo de la noche. Un grandullón con carisma que viene a ser algo similar al resultado del hipotético y no deseado cruce de Ray Liotta, Zach Galifianakis, Hank Von Helvete y la típica Rockstar setentera con la libido tan subida como... Bueno, mucho.
Pero Rusty no estaba sólo. Afortunadamente iba acompañado de una cuadrilla de auténticos bestias del Rock. Detrás de él tenía una precisa y retumbante sección rítmica que corría a cargo de Venom -además de que el nombre mola un huevo, debemos decir que el pavo se lució con un solo a lo vieja escuela de los que hacen afición- y a su lado, escoltándole, dos guitarristas de excepción. Uno era el nuevo de la banda y desconozco su nombre -el zocato y pelón-, el otro era Pete Robinson -diestro y con melenas-. Ambos supieron jugar sus cartas de la mejor manera posible, combinándose, doblándose, sin pisarse, a la perfección. Aunque hubo un hecho que me llamó la atención: parecía como si cada uno tuviera su terreno marcado y no pudieran o quisieran moverse mucho, acercarse el uno al otro, que no hubiera interacción física… Aunque claro, quizá para ello estaba el bajista.
Alex Raunjak se llama el figura. No paró en toda la noche de aporrear su cascadísimo Fender Precission Bass, de moverse, contorsionarse, acoplarse con sus colegas como ese momento en que junto al guitarrista nuevo se tocaron sus respectivos instrumentos -sin doble sentido ni nada-, de darle al bebercio y de brindar con el público siempre que se daba la situación.
Esta era la penúltima cita de Electric Mary en España dentro de su gira europea en la que estaban presentando su último trabajo hasta el momento -‘III’ Listeneable Records 2011-. Así que entre disquisiciones sobre si Rusty Brown era el Jorge Lorenzo o el Fernando Alonso australiano -malos tiempos para la lírica asturiana- y sobre el diminuto tamaño de su pene, se fueron colando temazos del ‘III’ como “Stained” y “O.I.C”.
Pero también hubo espacio para versionar a los Beatles con el "Helter Skelter" -no es la primera ni la segunda vez que escucho una versión de los de Liverpool en el EgoLive-, para recuperar piezas de su primer trabajo ‘Down To The Bone’ -Powerage 2009-, de ‘Long Time Coming’ -Electric Mary 2011- y de ‘From The Vault’ -Hydrant Music 2012- que levantaron al personal como así ocurrió con temas como el “Let Me Out” con el que inauguraron su recital, “M.B.F”, “Gasoline And Guns” o este “Luv Me”:
Y es que experimentar una noche en ‘La Iglesia de Electric Mary’ es algo que todo el mundo debería hacer por lo menos una vez en la vida. La comunión con el público fue unánime y absoluta. Un evento único, mágico e inolvidable del que nos encontramos satisfechos y orgullosos de poder haber disfrutado en nuestra ciudad… Ojalá más gente tomara nota de que en Alcalá vienen artistas que hacen maravillas como esta de aquí:
En fin, que fue un rotundo éxito y una fiesta del Rock, ni más ni menos.
Después de que se tocaran todos los temas que tenían plasmados en su setlist aproveché para echarle rápidamente una foto ya que me viene muy bien para refrescar la memoria a la hora de hacer estas crónicas... Y bien que hice, porque si me llego a descuidar unos segundos más con mi tercio me quedo sin la fotografía, ya que el baterista de la banda cogió delicadamente el listado del suelo donde estaba y tras mirarme raro se lo entregó raudo y veloz a una joven damisela -no saben ná los campeones...-
Yo ya soy de Electric Mary...
¿Y tú?