¿Os acordáis de cuando la original guitarra de Carlos Santana era todo un torrente de libertad que no conocía diques o presas que la contuvieran y calmaran? ¿Y del sonido de John McLaughlin? Uno de los más eléctricos, impetuosos y penetrantes que se ha paseado por el mundo del Jazz ¿verdad?
Pues gracias a Dios o a lo que queráis, estos dos tipos tuvieron varios puntos en común: el primero es que eran grandes especialistas de la guitarra; el segundo es que eran unos inquietos aventureros musicales, de eso no cabe la más mínima duda viendo la obra musical de cada uno de ellos en los 70; el tercero era el cariño y aprecio que manifestaban hacia John Coltrane y su obra jazzística; y el cuarto es que en ellos -fieles devotos y seguidores del gurú indio Sri Chinmoy- dominaba un ansia de saber religioso, espiritual y filosófico que trascendía más allá de sus vidas y su música.
Todos estos rasgos compartidos hicieron posible el encuentro artístico y personal entre Carlos y John –ya bautizados o renombrados por su maestro como Devadip y Mahavishnu-. Y de esa relación surgieron varios chispazos que, afortunadamente para nosotros, acabaron siendo registrados bajo la marca de Columbia Records en discos como “Welcome” o del que vamos a hablar en este día de hoy: “Love Devotion Surrender”, que vio la luz en el verano de 1973.
Para la gestación de “Love Devotion Surrender” intervinieron y participaron distintos miembros tanto de Santana como de la Mahavishnu Orchestra, con lo que se formó entonces una megabanda de antología entre la que aparecían nombres como Billy Cobham y Mike Schrieve a las soberbias baterías, la colaboración de Larry Young al poderoso órgano Hammond o Armando Peraza a la percusión. Casi nada.
El álbum consta originalmente de 5 piezas: las dos primeras son “A Love Supreme” y “Naima”, que tienen a Coltrane como autor. “Let Us Go Into The House Of The Lord” es el cuarto corte, un tema tradicional arreglado para la ocasión por el tándem Carlos-John, que cierran el disco con la preciosa acústica “Meditation”…
Y dejo para el final la que es para mi la obra central del disco. Una composición titulada “The Life Divine” que sitúa a la pareja formada por John McLaughlin y Carlos Santana en lo más alto del Olimpo musical guitarrero. Yo me tuve que rendir a la evidencia, ya que poner “The Life Divine” a máximo volumen y entrar en eufórico éxtasis es todo un mismo movimiento.
Hasta entonces no había escuchado en mi vida nada tan apoteósico y grandioso como esto, tan glorioso -de hecho, cada vez que lo escucho un escalofrío me recorre la espalda por la emoción causada. No lo puedo evitar-. Así que se puede decir que fue justo en ese momento cuando entendí a aquellas frases tan manidas que dicen eso de que es en la música donde se halla la Belleza, el Amor, la Perfección o Dios.
Esa solemnidad y profundidad, los cantos del coro recitados y repetidos como si de un mantra se tratara, y ese constante pulso palpitante nos introduce en una especie de estado alterado de conciencia, donde da la impresión y sensación de que nos encontramos ante lo verdaderamente sublime. Nos hace sentir una experiencia cuasi-mística de lo divino…
La verdad es que no sé cómo explicarme correctamente, no estoy muy seguro de ello y no he leído nada al respecto, pero si en aquellas sesiones de grabación tanto Carlos como John, guiados por Sri Chinmoy, se propusieron evocar con su música los nuevos caminos espirituales que estaban recorriendo o la existencia de Algo Superior, a fe mía que lo lograron.
La lucha de guitarras más exuberante, intensa y vitalista que he tenido el placer de disfrutar tiene un nombre, “The Life Divine”:
Como es posible que no conociera tal mayúscula joya!!!!!!!
ResponderEliminarImpresionante del todo.
Ya formas parte de mi lista de favoritos, gran blog
;)
Una preciosidad de disco, tu post complementa el que hice sobre Caravanserai y el de Narada Micael Walden en 4 Strong Wind!
ResponderEliminarEsees piritu que tenia devadib Santana, para mi gusto llego a su Zenit en Onennes Silver Dreams Golden Reality!
un abrazo
Un disco que respira fusion por todas partes ,los arreglos de "Let Us Go Into The House Of The Lord" sublime ... Una joya con sello propio
ResponderEliminarUn abrazo hasta Henares
Más que joyita lo llamaría la 'joya de la corona'.
ResponderEliminarCalidad sin límites. Combinar el sonido Santana con el de Mahavishnu tan solo podía dar como resultado a un Ser Superior.
No lo conocía...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Esto sí que es una "experiencia religiosa"...
Gracias, un beso
Una auténtica pasada, si más.
ResponderEliminarSaludos!
Sergio: este debe ser de esos discos que quedan un poco ocultos, a la sombra de los que hacían Santana y John en sus propias bandas. Pero suena de lujo:)
ResponderEliminarTsi-Na-Pah: esa época fue muy fértil en cuanto al Jazz-Rock. Santana parecía estar muy a gusto en ese terreno... Imagínate que le diera por volver con un disco de ese estilo ¡Sería la mayor resurrección musical!
Luther Blues: cuando dos gigantes de ese tamaño se juntaron, lo hicieron para bordarlo:)
Benet García: sí, parece totalmente lógico: si a algo bueno le sumas algo bueno también, el resultado debe ser fenomenal. Pero... ¿cuántas megabandas o cosas similares nos hemos encontrado por el camino que han defraudado? Afortunadamente para nosotros, esta cumplió con su deber:)
Anastasia: ajá, a ver si aprende Enrique Iglesias -si, he tenido que poner su nombre, lo siento- el significado verdadero de Experiencia Religiosa:)
Evánder: ¡¡sin más!!XD
¡¡¡Sras y Sres, gracias de veras por vuestra participación en los comentarios!!! ¡¡¡Nos leemos!!!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn disco maravilloso. Una obra sublime. Continuado por Devadip en Illuminations y por McLaughlin posteriormente con Shakti. Joya entre las joyas.
ResponderEliminar