miércoles, 23 de septiembre de 2015

Raphael Sinphónico en Alcalá de Henares:

Ser un ídolo de masas intergeneracional es lo que tiene. Mientras esperaba junto a mi tía y mi primo en la interminable cola de entrada -no he visto otra así en esta ciudad- un grupo de señoras llevaba puestas camisetas en las que ponía 'Yo Soy Aquella', abuelas que en su día aleccionaron a sus hijas lo hacían ahora unas cuantas décadas después con sus nietas, padres de familia de esos de apariencia imperturbable pero a los que se le transparentaba el nerviosismo por lo inminente del concierto...

Cartel de la cita. Hace una semana, allá donde miraras ahí había uno.

Con un marco incomparable -tenía que decir esta expresión o reventaba- como la del recinto amurallado del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares, Raphael se presentó la noche del sábado 12 de septiembre como siempre: puntual y de punta en negro, con "Yo Soy Aquél" como soberbia intro ¿u obertura? y con el público rendido ya desde el principio. Bueno, en realidad debería matizar un poco estas palabras. La verdad es que, situado en la fila de asientos de atrás del todo -eran las más baratas y mi bolsillo sí se podía permitírselo-, me encontré rodeado de una subespecie muy típica entre la fauna ibérica: cenutrios cuyo peculiar sentido del humor linda tanto con la mofa, la chanza y el chascarrillo que pasa a adentrarse sin sonrojo alguno en el terreno del escarnio y de la falta de respeto. Digo todo esto en deshonor a la irritante vieja situada a mi derecha, sempiternamente pegada al móvil que a mitad de concierto me dio un culetazo al levantarse para contarme que se "iba a mear"; o de los idiotas entrados en años también que se ponían a imitar a Raphael sin caer en la cuenta que se podían haber quedado en casa sin tocar las narices a nadie; o... En fin, que ya desquitado de lo todo lo malo en este segundo párrafo -no haré hincapié en el nulo control de acceso al concierto por parte de la organización-, voy allá con lo verdaderamente importante: el concierto de RAPHAEL SINPHÓNICO JUNTO A LA ORQUESTA CIUDAD DE ALCALÁ.

La visión que tenía del concierto desde el más allá.

No hay duda que de, entre los infinitos proyectos que ha llevado a cabo Raphael a lo largo de sus más de 50 años en el mundo de la música, este es en el que más empeño ha tenido que dedicar el genio de Linares debido a los retos tanto técnicos como emocionales que ha supuesto su realización: cada concierto una ciudad, cada ciudad una orquesta sinfónica, unos 70 músicos, pruebas de sonido y ensayos frenéticos, más de 30 canciones por repertorio cada noche... En resumidas cuentas, una auténtica barbaridad que haría llorar a más de una estrellita moderna de las de ahora. Y a su representante. Si miento, que me parta un rayo.

Sobre los arreglos orquestales no voy a precisar mucho porque de movimientos, staccatos y allegromanontroppos no sé absolutamente nada. Así que para inventarme cosas mejor decir lo que me transmitieron las piezas musicales que se fueron desgranando a poquitos a lo largo de la noche ¿No? 



Mi primera grata sorpresa fue "Despertar Al Amor", canción arreglada de toque Jazz a lo "Mr. Bojangles" que por unos minutos convirtió el Huerto del Obispo en un escenario de Las Vegas y a Raphael en Sammy Davis Jr... ¿Imágináis la mezcla?

Lo épico y grandioso llegó de la mano de "Digan Lo Que Digan". Y tras él, las primeras palabras de agradecimiento del artista al público y la razón de ser de este espectáculo, de las ganas que tenía de estar de nuevo en Alcalá -recordamos su última estancia aquí- y de hacer este concierto "comme il faut", es decir, como debe ser.

Lo extenso del repertorio facilitó que pudiéramos disfrutar de algunas canciones en formato comprimido. Se sucedieron "Yo Sigo Siendo Aquél", "Te Estoy Queriendo Tanto" "Y Fuimos Dos" a un ritmo muy ligero y agradable. Ésta última con una interpretación vocal muy sólida teniendo en cuenta las 72 castañas del maestro. 

Mi entradita, guardada como oro en paño.

A eso de la mitad del espectáculo la orquesta se tomó un pequeño descanso para dar paso a un pequeño bloque de canciones en las que la voz cantante -nunca mejor dicho- la iba a llevar Raphael, aunque acompañado en dos de ellas a piano y en las otras dos a guitarra. Fue entonces cuando la teatralidad, la expresión y las maneras de artista total hicieron acto de presencia. En "Por Una Tontería" y "Volveré A Nacer", desnudo de orquestación pero arropado por el piano de Rubén Díaz, Raphael nos abrió un par de páginas de su vida. Esas referencias a su niñez, esa copa vertida al suelo... Y es que un artista que se muestra al público, en realidad se muestra a su mundo. 

Los aires a folclore latino llegaron de la mano de "Gracias A La Vida" -composición original de la cantautora chilena Violeta Parra- y "Sombras" -de la poetisa mejicana Rosario Sansores-. La guitarra de Juan Guevara, la profunda carga emotiva de las letras y lo visceral en la interpretación de Raphael se conjugaron de tal forma que en mi opinión fue este uno de los mejores momentos de la noche.

Tras la reafinación de la orquesta esperaba encontrarme en escena a Dave Mustaine y compañía pero no, ahí seguía incólume el bueno de Raphael. El guiño a los alcalaínos en "¿Qué Tal Te Va Sin Mi?" caló entre el público a ritmo de habanera o algo similar y enlazó con una gran versión del "Estuve Enamorado" para poner a la gente en pie.  

Entre medias sonó otra joya de la corona como "Detenedla Ya". La anoté rápidamente en la agenda pero mis oídos ya estaban al tanto del otro gran momento de la noche, que llegó con la dolorosamente bella "Amo Mío". Por muy grande que sea el corazón y nobles las intenciones, la distancia entre dos personas se puede hace insalvable... Eso nos lo hizo sentir con su voz y su talento interpretativo Raphael como nadie. La piel de gallina se me quedó durante largo tiempo.

Con algunos requiebros vocales por aquí y por allá, el tramo final fue apoteósico: "Maravilloso Corazón" fue la "New York, New York" del momento, "Escándalo" -no digo nada porque todo el mundo lo sabe ya-, "Ámame""Yo Soy Aquél" y "Como Yo Te Amo" pusieron punto final a la gala con el gentío dándolo todo, con Raphael crecido más que nunca pues su sueño se hizo realidad una vez más y conmigo boquiabierto.

~

Para finalizar solamente quiero decir dos cosas: La primera es que deseo de todo corazón por bien de nuestra cultura que Raphael siga dando clases magistrales muchos años más y la segunda, es dar las gracias a Paula y Marta -nuestras queridas sultanas y violinistas de la Orquesta Sinfónica Ciudad De Alcalá- por ayudarme con el set-list del espectáculo y por ser tan geniales ellas.

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