Este jueves pasado la temperatura era agradable pese a que un
cielo de color de ceniza nos amenazaba desde arriba, no había ningún
partido de fútbol intrascendente (toda esta Liga lo es) que nos
distrajera, había un concierto a la vista, la hora de inicio era más
o menos aceptable teniendo en cuenta aquello tan gracioso del
'juernes', la promoción del
evento fue igual o superior a la de otras ocasiones, era
entrada libre y el estilo musical de la banda encajaba con el gusto
de la comunidad universitaria y joven de la ciudad. A priori, todos
estos factores tan positivos hacían prever que la noche iba a ser
más que positiva pero, mire usted por dónde, resulta que al
concierto no acudió ni San Pedro... Así. Sin rodeos.
Debido a esto, durante toda aquella noche y en días posteriores
estuvo rondándome la siguiente pregunta: ¿Qué leches nos ocurre en
Alcalá de Henares?
Back One Out fue la banda que tocó aquella noche en la sala
EgoLive. Un pequeño gran honor, pues con esta fecha fijada en
nuestra ciudad, se abría e inauguraba la gira por toda España que
este grupo italiano, constituído en torno al cantante Thomas Cateni
y a los hermanos Andrea Velgi y Alberto Velgi a la guitarra y batería, está realizando a lo largo de este mes de noviembre.
Pese a la juventud de esta formación, hay que señalar que la
gente de BOO lleva tocando junta más de diez años, cuando siendo
unos mozuelos que iban todavía a clase allá en su Livorno natal,
empezaron a darle duro a esto de la música, de la melodía y de los
ritmazos gordos, teniendo por referentes y ejemplos a seguir a bandas
de Punk Californiano como Lagwagon o Strung Out.
Informándome previamente sobre la biografía de Back One Out y
escuchando después su discografía es fácil hacer un paralelismo y
reconstruir paso a paso la (negra) historia reciente de la industria
discográfica así como ver la vida y el reflejo casi prototípico de
las jóvenes bandas de los últimos años. Si analizamos biografía y
discografía podemos ver un desarrollo de acontecimientos que consta
de tres fases o movimientos:
El primer movimiento es el del auge temprano y coincide con el
lanzamiento en 2006 del primer disco grande de la banda, 'Helpless'.
Un álbum que fue masterizado en USA por Alan Douches (ingeniero de
sonido de Fall Out Boy, Chemical Brothers y otras tantas bandas de
cierto prestigio) y publicado en toda Europa por distintas
discográficas y distribuidoras como Ammonia y Edel. No se podía
tener más suerte. Iniciar la carrera discográfica en la época de
las vacas gordas... Un disco repleto de melodías y canciones
redondas como “From Streets To Sidewalks”, “Little Alice” y
“Redemption” entre otras que ya aparecerán mencionadas a lo
largo de la crónica.
El segundo movimiento es un poco más complejo, menos fácil, pero
a la vez necesario en la vida de todo artista. Es el momento en el
que la interesada industria discográfica ya ha exprimido y explotado
todo lo que tenía que exprimir y explotar y empiezan a retirar todas
sus fichas del tablero de juego. La mal llamada “crisis de la
música”. Esto es lo que les ocurre a Back One Out en 2011, año en
el que deciden seguir adelante y autoproducirse su siguiente LP,
titulado 'Swallowed By Future' y que no les consolidaría como
mediáticas estrellas mundiales, pero sí como auténticos currantes
de la música. Estas vivencias, este aparente y real desengaño dio
lugar a un sonido más crudo y punzante como se puede escuchar en los
temas “Love To Live”, “Drawbacks” y “Never Come Around”.
Y llegamos al tercer y último movimiento (por el momento).
Nuevamente autoproducidos, estamos en 2013 y con 'It Could Be Worth It' los italianos suenan más
compactos y sólidos que en sus anteriores trabajos, mostrando de
nuevo las múltiples facetas que componen su fenomenal obra: la
celeridad del Punk en “The Price We´ve Got To Pay”, la precisión
del Metal “Rider For A Bloody Night”, el sentimiento del Rock en
“Once Again” y las voces del Pop en el tema que da nombre al disco. Y
mira que a mi estas mezclas no me entusiasman mucho...
Se acercaban la medianoche y el público no acudía a la sala.
Dentro no éramos más de diez asistentes. Con la idea de que el poco
público que ya estaba dentro no se impacientara, se quedara y hacer
un poco más de tiempo hasta que viniera el resto del contingente, se
pactó con BOO la idea de dividir la actuación en dos tandas. Así
fue como llegada la hora oportuna la banda se subió al escenario
para tocar una pequeña serie de canciones con una precisión
instrumental casi quirúrgica: “No Way To Fly”, “NIP”, “Fall
And Rise”...
Las canciones que se pueden escuchar de ellos en estudio, siendo
muy buenas, no hacen justicia a la robustez y solidez que presentan
en directo; las series de acordes fluían con una potencia y
seguridad notable; el bajo siempre estaba ahí, firme y tenso; las
voces de Thomas y Andrea se acoplaban perfectamente; y la
espectacular batería de Alberto retumbaba con una presencia visual
(era pasmoso ver las piruetas que hacían sus baquetas) y un rigor
sonoro tal (la velocidad de golpeo, el dominio de todo su equipo, ese
bombo aparentemente doble...) que me resultó extraño y hasta
incómodo notar el frío vacío de la sala porque ¿qué es lo que
ocurrió al finalizar la primera mitad del concierto? Pues yo os lo
digo: que en el intermedio no es que no viniera más gente, sino que
muy al contrario, la que ya había, se marchó...
Así es. La sala quedó vacía. Literalmente. Durante la segunda
parte del concierto los únicos espectadores fuimos los camareros y
servidor. Nadie más. La primera vez que vivo un acontecimiento así
de triste. Tan desolador, que sentí vergüenza en mis mejillas y
pena por los chavales de Back One Out, que pese a ser italianos
(nóteseme la broma entre tanta desgracia) mostraron una disposición
y profesionalidad encomiable desde el principio al final de la noche
pues en este segundo acto, sin nadie que les aplaudiera y jaleara,
lograron sobreponerse y no caer en la desidia o la desgana. Siguieron
de pe a pa el plan establecido en su set-list, sonando uno tras otro
temazos como “Helpless”, “No Romance” o este “My Solitude”:
Fue tal el aplomo y el saber estar de BOO que hasta tuvieron el
cuajo y el señoría de tocarse unos bises y todo... Inaudito...
Asombroso.
Al final del concierto no pude más que acercarme al tenderete,
pillarme sus discos y charlar un poquejo con ellos en una mezcla de
italiano e inglés para pedir disculpas por todo este desatino,
desearles mucha suerte en la gira y decirles que habían sonado
cojonudamente. Sombrerazo para ellos, sí señor.
Camino a casa le estuve dando vueltas a lo vivido y así seguí,
rumiando en mi interior hasta el día siguiente, cuando me dispuse a
hablar y escribir, llegando finalmente a la conclusión de que en
Alcalá tenemos lo que nos merecemos porque nos comportamos como lo
que somos: una ciudad de segunda que va camino de convertirse en una
ciudad-dormitorio más de Madrid, sin personalidad propia. El que
escribe esto es más de Alcalá de Henares que las garrapiñadas,
pero cada vez siento más la pérdida de identidad y el poco respeto
y amor propio que sienten mis convecinos hacia esta ciudad. Un error
que se manifiesta en este caso en el escaso apoyo o participación
que tienen los ciudadanos hacia otras formas de cultura (ese concepto
clave que nos hace tan distintos a los alcalaínos respecto a otras
ciudades) que son paralelas a la clásica, tópica, típica y manida
concepción de cultura que fomenta y promueve nuestro Ayuntamiento.
Lo que me revienta tademás es que haya gente que se queje porque la
cultura oficial de Alcalá es pobre, que no se promueven otras formas
culturales, que no se promueve la música, que no vienen músicos de
nivel, que merecemos algo más, que hay que ir siempre a Madrid para
ver buenos conciertos y luego a la hora de la verdad , cuando hay que
salir, se quedan en casa tocándose los 'cataplines'... Nos hemos
vuelto demasiado cómodos. Falta actitud y compromiso.
Y puede haber gente que replique. Bien, veamos. Saquemos réplicas:
La primera, que hay crisis y que no se puede salir de casa... ¡Que
me lo digan a mi, que llevo desde el 2008 sin tener un trabajo
decente salvo los veranos como monitor! ¡Además, que el concierto
este era de entrada gratuíta! ¡Gratuíta! ¡Quien algo quiere algo
le cuesta! ¡En este caso simplemente salir de casa!
Y ya la segunda réplica o excusa no me vale... La del frío.
¡Venga ya! ¡Que yo vivo en la Plaza del Barro y el EgoLive está en
la otra punta de la ciudad en El Val y voy y vengo a patita porque
por lo que he dicho antes no tengo automóvil y no pasa nada!
¡Incluso en invierno! Y repito otra vez ¡Quien algo quiere algo le
cuesta! Lo que me lleva a pensar que en este mundo actual la sociedad
no quiere nada, está apática... Chuchurrida.
Ya se arrepentirán los huevones cuando estas interesantes
opciones musicales (EgoLive, Flamingo, Tic-Tac y demás locales) se
vean abocadas a anular conciertos y hasta a chapar, porque tal y como
están las cosas...
La pena será que nosotros sí lo echaremos de menos.
no no es la crisis, aunq influye, la culpa la total falta de información de las nuevas hornadas de jóvenes. Ni aben ni se les informa ni se les abre canal alguno que permita que la genet se interese. es triste se acaraon las tienads, ahora es el reino del móvil y la descarga y eso es muy fácil de controlar basta unas APPs de confianza.
ResponderEliminarRespecto al grupo chapeau tanto por lo escuchado como la actitud.
Oye, pues sombrerazo para ti también Hugo! yo también me vi en alguna parecida, pero eso de que toque el grupo solo para uno y los camareros... buf! todavía no, vaya panorama más desolador. Por aquí, salvo excepciones contadas, vamos casi siempre los mismos a conciertos, por lo que nos conocemos todos y somos como una pequeña familia. Está claro que algo se está perdiendo y no hay excusa que valga. Simplemente falta cultura, pero no por una oferta escasa sino el interés de la propia gente, la misma que luego se queja "porque no hay nada". Disfrutemos el resto mientras podamos y dure, luego que nos quiten lo bailado.
ResponderEliminarSaludos.
Bernardo: creo que se está perdiendo la cultura musical. El amor y el interés por este mundo... Una penita.
ResponderEliminarKARLAM: el día aquél la parroquia no hizo acto de presencia, pero sí que si no es por ella la cosa sería ya para juzgado de guardia. Disfrutemos de lo que nos quede :)
¡Gracias a los dos!