¿Sabéis
esa sensación que suele embargar a uno cuando parece estar a pocos minutos de
presenciar algo grande? Pues así estuve a lo largo de la semana cuando tanto de
uno como de otro lado no paraba de recibir referencias positivas sobre The Swingin´ Neckbreakers.
Todas
estas expectativas lo único que hacían era acrecentar las ganas que tenía de
ver en directo a este trío procedente de Trenton -Nueva Jersey-. Decir lo
contrario sería faltar a la verdad. Más aún cuando en foros se decía y leía que
lo estaban bordando en su gira por España, cuando personas que ya los conocían
de antes me los recomendaban con ahínco y animaban a pasarme para verlos, y
luego ya cuando al escucharlos supe que difícilmente me iban a defraudar.
Para
tener más puntos a favor, resulta que de unos años para acá, la palabra 'swing'
ha estado muy presente en mi vida -ese espacio radiofónico dedicado a la Psicodelia llamado Swingin´ RUAH que ya acabó y cómo no, Los Sultanes Del Swing siempre dando guerra- y eso hace que le tenga un cariño especial.
Así que cuando vi ese término formando parte del nombre de la banda, me dio buena
señal. No me confundáis. No es que sea muy de creer en esas chorradas de las
corazonadas o intuiciones, peeero...
Redondeando
aún más la jugada estuve informándome sobre ellos, viendo algunos conciertos en
directo, fotografías, datos,... Y es que fue ver esos colores y diseños añejos
tan propios de sus portadas e imaginarme al momento cómo se les podría haber
traducido y rotulado a The Swingin´ Neckbreakers en el mercado discográfico
español allá por los años 60 y 70: ¡Los Rompecuellos Del Swing!
Y no es un nombre que quede mal, porque lo que no se puede negar es que el peculiar, macarrónico e imaginario título de Los
Rompecuellos Del Swing no describa o refleje a la perfección las
características musicales de este conjunto formado por Jeff Jefferson a la
guitarra y apoyo vocal, John Jorgensen a la batería y apoyo vocal, y por su
hermano Tom al bajo eléctrico y voz solista.
La banda
era puntual y tenía ganas de tocar -ellos ya estaban listos pero se atrasó un
poco más la hora de inicio para que todo el público que iba a venir llegara a
tiempo y no se los perdiera-, los tipos de The Swingin´ Neckbreakers se
subieron al escenario de la Sala EgoLive para darnos un buen repaso musical a
base de Rock And Roll de alta escuela y Garage primigenio, sin negar esa
presencia de sabiduría Pop a la hora de construir melodías y estribillos
inmediatos. Lo del Punk que he leído en otros sitios no lo capto de una forma
tan clara en esta banda como sí lo aprecio en otras formaciones. Sus
composiciones transmiten esa energía y rabia tan propia de la juventud, pero no
tienen esas otras características del Punk como el ruidismo, la concepción
crítica y pesimista, su filosofía… Bueno, supongo que es cuestión de
sensibilidades.
Al
contrario que pasa con otras bandas, The Swingin´Neckbreakers se dejaron de las
típicas zalamerías y subterfugios -que entretienen y que están muy bien- para
ganarse el afecto del público del tipo intentar chapurrear en español o levantar
las birras cada dos por tres… Nada de nada. Estos bigardos llegaron, se
subieron al escenario y rompieron la noche, literalmente.
Su
repertorio tiró de clásicos básicos de la banda. Como viene siendo costumbre en
las últimas bandas que vienen por aquí, hay que decir que su discografía es un tanto
entrecortada y no muy extensa que digamos, así que no faltaron todas esas
canciones que aparecen en sus 5 discos con Telstar Records: ‘Live For Buzz’
-1993-, ‘Shake Break!’ -1995-, ‘Kick Your Ass’ -1997-, ‘The Return Of Rock’
-2000- y finalmente su último trabajo hasta la fecha ‘Pop Of The Tops!’ -2009-.
Como iba
diciendo antes, este trío rompió la noche con un sonido que tiene que gustar a
todo el mundo. Un ejercicio de buen gusto consistente en la mezcla increíble de
Rock And Roll clásico a lo Little Richards, Jerry Lee Lewis e incluso un poco a
lo John Fogerty… Si no me creéis, haced el favor de escuchar la canción “Wild
Wild” que hay arriba. Es espectacular la manera que tiene Tom Jorgensen de
tocar ese precioso y antiguo bajo sin púa, con los dedos -como se ha hecho toda
la vida de Dios-, de cantar-aullar-gritar como nadie y de afrontar el peso de
espectáculo con sus poses chulescas ‘sacabíceps’ y rocanrroleras a más no
poder. Se nota que de pequeños se han criado escuchando sonido americano de pata
negra. Si escucháis a estos herederos directos de la vieja escuela y cerráis los ojos durante un momento,
podréis ver a jovenzuelas animadoras rubias mascando bubblegum siendo paseadas por el guaperas del quarterback estrella del equipo del instituto en un amplio y descapotable Chevrolet Bel-Air color rojo cereza mientras el resto de losers observa como se las lleva al mirador que hay en lo alto de la ciudad... ¡Imaginación y música al poder!
El lado del Garage que tienen sus composiciones tienen sobre todo mucha conexión con los sonidos primitivos y originales procedentes de bandas en gran parte británicas como los nunca suficientemente alabados The Kinks y los para muchos desconocidos The Troggs. Aunque también noté cierta conexión con la escuela americana, como por ejemplo esa referencia imprescindible como son The Sonics o con el debut de los Love de Arthur Lee -un primer álbum que entre unas cosas y otras hace un año que no escuchaba y que gracias a pillarme el álbum ‘Kiss Your Ass’ y escuchar su versión del “Can´t Explain” he vuelto a retomar y disfrutar como se merece-, con ese ritmo de John Jorgensen que podía ir desde lo primario y simple hasta otras canciones más complejas, llenando toda la sala con su batería… Es de los percusionistas más completos y vigorosos que he tenido el placer de ver en los últimos tiempos: no se le escapó ninguna baqueta, no tuvo fallos, sonaba a las baterías de antes -a cuero, no a plástico- y su nivel de pegada no decayó a medida que se iba acabando la noche. Es más, creo que si el repertorio que tenían preparado con sus bises y todo no se hubiera agotado, podrían haber seguido tocando hasta el infinito y más allá.
El lado del Garage que tienen sus composiciones tienen sobre todo mucha conexión con los sonidos primitivos y originales procedentes de bandas en gran parte británicas como los nunca suficientemente alabados The Kinks y los para muchos desconocidos The Troggs. Aunque también noté cierta conexión con la escuela americana, como por ejemplo esa referencia imprescindible como son The Sonics o con el debut de los Love de Arthur Lee -un primer álbum que entre unas cosas y otras hace un año que no escuchaba y que gracias a pillarme el álbum ‘Kiss Your Ass’ y escuchar su versión del “Can´t Explain” he vuelto a retomar y disfrutar como se merece-, con ese ritmo de John Jorgensen que podía ir desde lo primario y simple hasta otras canciones más complejas, llenando toda la sala con su batería… Es de los percusionistas más completos y vigorosos que he tenido el placer de ver en los últimos tiempos: no se le escapó ninguna baqueta, no tuvo fallos, sonaba a las baterías de antes -a cuero, no a plástico- y su nivel de pegada no decayó a medida que se iba acabando la noche. Es más, creo que si el repertorio que tenían preparado con sus bises y todo no se hubiera agotado, podrían haber seguido tocando hasta el infinito y más allá.
En cuanto a lo del Punk,
ya lo he comentado antes, por lo que no es cuestión de repetirse…
Y no, no
me olvidaba del amigo Jeff Jefferson. A lo largo de la noche, el trabajo con su Gibson estuvo a la misma
altura que la de los hermanos. Murallas de acordes clavados, solos con regusto a
clásico y paseos entre el público que mi nula pericia con la cámara de fotos
evitó que pudiera retratar esos momentos de manera digna. Para que os hagáis una idea de mi torpeza gráfica, esto es lo más decente que me salió:
Llegado
el momento de los bises no hubo ni un segundo de descanso. No se llegaron a
bajar del todo del escenario. Y es que iban como un cañón, como un obús…
Imparables. Se colgaron sus instrumentos de nuevo y nos acabaron de ganar para
siempre. Más aún cuando a Jeff le dio por bajarse del escenario y permitir que
las últimas notas que iban a sonar esa noche de su guitarra fueran tocadas por
los mismos asistentes… ¿Es o no un detallazo?
A
continuación, el setlist que una amable señorita me dejó fotografiar muy educadamente:
Después hicimos
unas fotos gracias a la pedazo cámara de Laura, amiga y compañera de No Es Nuestra Primera Vez, y nos pillamos un disco. Nos lo firmaron los tres artistas
con mucha simpatía y atención -incluso estuvieron buscándonos un rotulador
porque no llevábamos encima-, con la curiosa anécdota de que a Jeff al parecer
no le mola nada la fotografía interior de la carpeta del álbum ‘Kick Your Ass’ en
la que posan los miembros de la banda porque dice que en ella sale con una cara
un poco rara, como de tolai -Todos los que la tengan pueden dar fe de ello-.
Una imagen que mire usted por dónde todo el mundo suele pedir, sin ningún
atisbo de misericordia, que firme… Así que entre bromas y con cara de
resignación se puso a firmar en todo su gepeto para tapar las huellas del
delito. Un gran tipo del que nos despedimos para marcharnos a casa a madurar y
reflexionar sobre la gran noche vivida.
En fin,
que tuvimos el placer de presenciar uno de los mejores conciertos que ha tenido
lugar en nuestra ciudad en lo que va de año... ¡Y que esto siga muchachos!
Gran crónica del concierto, me alegra mucho que las buenas vibraciones que te daban se confirmaran esa noche cuando ofrecieron un gran espectáculo.
ResponderEliminarDespués de esto me corroe la envidia (sana), me apetece mucho más verles en directo. De pensar que tocaron mi preferida "Shake it some more" me pondría a brincar. Saludos.
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