Una semana después pasó lo que tenía que pasar y me acerqué de nuevo al
MediaMarkt de mi ciudad (por aquél entonces la sección de música tenía como unas
tres filas larguísimas repletas hasta arriba de discos, no como ahora, que da
pena) para hacerme desesperadamente con ‘Eat A Peach’, el cuarto disco de The Allman Brothers
Band publicado en 1972.
Era primavera, hacía muy bueno y el regreso a casa lo hice a pie, por
el paseo fluvial del Henares. Escuchando en mi discman del Sagitario los dos
primeros temas “Ain´t Wastin´ Time No More” y sobre todo “Les Bres In A Minor”
bajo la fresca sombra de los árboles y con los anaranjados cerros custodiando la margen
izquierda del río tuve una de esas experiencias en la que todos los sentidos se
ven dulcemente estimulados… Una de esas experiencias en las que no sientes los
pies, pues vas como flotando. Un agradabilísimo viaje que culminó con
“Melissa”. No digo más.
A la salida del paseo fluvial atrás quedaron los álamos, la brisa del
río y las fochas para desembocar en el Recinto Ferial y en la Ronda Fiscal.
Coches, tráfico y ruido por todos lados que no me impidieron disfrutar de “Mountain Jam”, una
mastodóntica pieza instrumental extraída de sus peripecias en el Fillmore East.
Estos chicos sabían que eran los amos. Entiendo que haya gente a la que se le pueda hacer un poco cuesta arriba pero créanme, todo esfuerzo tiene su recompensa. Y las vistas desde esta montaña son preciosas.
Sus treintaytantos minutos dieron tiempo suficiente para llegar al barrio. En casa me tumbé directamente en el sofá y, tras unos aplausos, me encontré con otros dos temas grabados en el Fillmore: “One Way Out” (original de Elmore James) y “Trouble No More” (recuperado de su primer disco y cortesía de Muddy Waters). Dos conversiones de Blues a lo Brothers pero un poco más comedidas en cuanto a su duración, que no en cuanto a su intensidad.
La vuelta al estudio tuvo lugar con “Stand Back”. Un tema preciso,
enérgico y vital que ocultaba horas bajas para la banda: estaban empezando a
agotarse de hacer tantas y tantas giras, de inflarse a drogas, de rehabilitaciones en vano y, para
colmo de males, la banda sufrió la pérdida de un hermano: Duane Allman (fundador
y líder de la banda) falleció en un estúpido accidente de motocicleta poco antes de publicar el disco. Una auténtica estocada.
Como contrapunto a esta triste y negativa nota, he de decir que “Blue Sky” se convirtió
inmediatamente en uno de los himnos de mi juventud. Tanto, que llegó a formar
parte de mi vida. Levantarme y escuchar “Blue Sky”, ir a clase escuchando “Blue
Sky”, acostarme con “Blue Sky”. Así todo el rato. Y es que sí, caí rendido ante
esta romántica composición de Dickey Betts dirigida a su por entonces novia y
más tarde esposa, la nativa americana
Sandy ‘BlueSky’ Wabegijig. La letra de la canción decía todas las cosas bonitas que a mi me
hubiera gustado decir… Todas las cosas buenas que hay que decir todos los días y a todas horas a una mujer. Al
amor de tu vida.
“Little Martha” puede considerarse una bella instrumental acústica o mucho
más: puede ser la representación de un sueño que tuvo Duane Allman donde se le
apareció Jimi Hendrix para enseñarle esta melodía, una oda a su novia Dixie
Meadows, un guiño a una joven seguidora o a Martha Washington. Da igual. Lo
cierto es que es la cancioncita perfecta para cerrar el álbum y esta entrada de
hoy.
Próximamente más.
Genial historia de los Allman. Me apunto a seguir todos estos artículos. Me han entrado ganas de recuperar a esta grandísima banda.
ResponderEliminarBenet Rockfloyd: Gracias por el interés ;)
ResponderEliminar¡Abrazotes!