-La una y media de la noche aproximadamente. Puede que incluso más tarde. Se abre el telón de terciopelo y aparece en el centro del escenario una reina faraona, a modo de antigua Cleopatra, tumbada en un diván y acariciada en plumas carmesí. Junto a ella, más bien a sus pies, un esclavo con cabeza de repugnante roedor se fustiga y humilla en posición genuflexa. Un ser miserable, pusilánime y rastrero. Mientras, ella, regia en todo momento canta para asombro y pasmo del público que se encuentra abarrotando la sala una cáustica y despechada ranchera titulada "Rata de dos Patas", obra de la única e incomparable Paquita la del Barrio...
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